La relación de Magdalena Álvarez con Galicia nunca fue buena. Empezó con mal pie cuando recién nombrada ministra de Fomento, en 2004, anunció que "no" podía "asumir las promesas" de Francisco Álvarez Cascos en Galicia. La cosa fue a peor cuando abrió una crisis institucional con el Gobierno de Fraga al tildarlo de "victimista" por sus demandas de más inversiones.

La tempestad amainaba, pero dos semanas después volvía a estallar el temporal al calificar de "plan de mier ..." el Plan Galicia, en respuesta a una periodista. El revuelo fue tal que el propio José Luis Rodríguez Zapatero, en el Congreso del PSOE, pidió disculpas a los socialistas gallegos, en una reunión a puerta cerrada, en la que los dirigentes del PSdeG manifestaron su malestar con la actitud de una ministra que frenaba sus expectativas electorales.

Desde "el Plan de mier" las relaciones con el PSdeG y con Galicia no fueron a mejor. Sus visitas a la comunidad son escasas (a Vigo, por ejemplo, ni se ha acercado), huye de los periodistas y en la Xunta suspiraban por el recambio en Fomento tras las elecciones de marzo, pero Zapatero apostó por su continuidad. Ayer Touriño no tuvo reparos en demostrar su disgusto con una ministra a la que se le "ponen los pelos de punta" cuando le hablan de los plazos del ave gallego, una infraestructura que Gobierno y oposición consideran clave.