La gallega Carmen Castillo lleva dos años esperando por un riñón que le pueda devolver una vida que está en suspenso desde que su organismo rechazó el trasplante al que fue sometida hace nueve años y que le permitió llevar una "vida normal" durante siete años.

"Ahora mi vida depende de una máquina", explicó hoy Carmen Castillo con motivo del Día Nacional del Donante a Europa Press Televisión y explicó que durante tres días a la semana tiene que someterse a sesiones de diálisis de cuatro horas cada una.

"Estoy esperando una llamada y que aparezca un donante compatible y a partir de ahí empezar una nueva vida que me permita trabajar, poder disfrutar de los amigos y poder beber el agua que quiera", señaló. El simple hecho de poder beber la cantidad de agua que desee, para Carmen Castillo sería toda una conquista, ya que sólo puede beber medio litro diario.

Las dos vidas

Carmen conoce de primera mano lo que significa vivir con un trasplante y también sin él. Hace nuevo años recibió un órgano que le permitió llevar una vida "normal" durante siete años. "Durante ese tiempo he podido estudiar, trabajar, llevar una vida prácticamente normal, con los controles médicos normales", destacó.

Pero hace dos años su cuerpo rechazó el riñón trasplantado y su vida volvió a cambiar radicalmente a la espera de una donación compatible. "Hay días que estás derrotada física y psicológicamente porque estás atada de pies y manos, no puedes hacer nada", lamentó.

"El día que vea la bolsa de la sonda llena de orina será como si me tocara la lotería porque el riñón estará funcionando", afirmó esta joven gallega que no pierde la ilusión y la confianza en la solidaridad de los donantes.

Día del donante

"Hay que ser solidarios, hay que pensar que hay muchas personas jóvenes que no han vivido su vida y que con una donación se pueden salvar dos vidas", afirmó.

Carmen Castillo hizo un llamamiento en este día del donante a la concienciación de todos. "Las enfermedades vienen; yo estaba trabajando y de repente me encontré con esto; tenemos que ser solidarios, tener empatía, escuchar a la gente, que hay muchas personas enfermas", concluyó.

A pesar de las dificultades, esta gallega no pierde la esperanza de recibir la llamada que cierre el paréntesis que se abrió hace dos años y que desde entonces mantiene su vida atada a una máquina de diálisis, "si la gente se conciencia de que una persona que ha fallecido puede dar vida a otras dos personas", sentenció.