X. A. Taboada / santiago

Las propiedades de la Iglesia y su patrimonio son inmensos, desde simples capillas en medio del monte a las joyas de las catedrales, pasando por todo tipo de fincas y edificios históricos ubicados en lo más preciado de las ciudades. De ponerle precio, estaríamos hablando de muchas cifras, millones de euros, pero los sueldos de la curia no están a la par. En un momento en el que se está discutiendo la relación del Estado con la Iglesia y en el que los contribuyentes deben decidir en sus declaraciones de la renta si quieren destinar fondos al mantenimiento de la Iglesia, los obispos y los sacerdotes gallegos no dudan en difundir lo que perciben como trabajadores que son y cotizantes de la Seguridad Social. Lo obispos gallegos cobran unos 918 euros y se confiesan, por tanto, mileuristas, definición asociada en los últimos años a un tipo de trabajador con dificultades para acabar el mes.

Los obispos gallego confiesan que se las apañaban, porque sus gastos personales no son elevados, y porque, aseguran personas de su entorno, tampoco tienen vicios ni grandes necesidades terrenales.

Con muy escasas diferencias entre territorios, el sueldo lo marca la Conferencia Episcopal, que es también la que envía los fondos a las distintas diócesis. Los prelados gallegos perciben al año catorce pagas de 918 euros. Es la misma para todos y da igual que sean obispos titulares, auxiliares, en activo, jubilados o arzobispos, como es el caso de Julián Barrio, el arzobispo de Santiago de Compostela y cabeza de la Iglesia gallega.

"Viven más pobre un obispo que cualquier otro sacerdote porque no cuentan con e estipendio de la misa", asegura el ecónomo de la Diócesis de Tui-Vigo, José Luis Portela. Y es que los curas si bien tiene un sueldo más corto, unos 300 euros menos al mes que los prelados, los párrocos cobran por celebrar misas y asistir a celebraciones religiosas. Como ejemplo, relata Portela, por cada funeral al que asistente perciben 51 euros. Y en Galicia hay muchas defunciones, unas 30.000 al año.

Los 918 euros que cobran los obispos los destinan, fundamentalmente, a sus gastos personales, puesto que el cargo conlleva algunos privilegios propios de la responsabilidad. Así, la diócesis se hace cargo de los costes del coche y del chófer -si el obispo no conduce-, del teléfono móvil -si lo tiene- y de la residencia y la manutención.

Sin mayores gastos

Por lo general, los prelados residen en los palacios obispales y disponen de coche y teléfono, pero no es una regla exacta. Así, el de Tui-Vigo, Xosé Diéguez, carece teléfono personal y vive en una residencia con otros diez sacerdotes, por lo que paga su mensualidad como cualquier cura, que asciende a 500 euros que descuenta de su sueldo. Con la manutención, el alojamiento y la lavandería asegurada, el principal gasto del obispo de Tui-Vigo lo constituye su ropa personal y calzado.

"Se aprietan el cinturón pero no viven con dificultades porque no tiene mayores gastos. Se adaptan a la realidad", explica José Luis Portela.

Julián Barrio dispone de coche y teléfono móvil y reside en el palacio arzobispal. Pero, según informan fuentes próximas al arzobispo, se paga de su sueldo la manutención porque vive también con su madre. Y aunque ahora ya no, hasta hace poco ayudaba económicamente a sus tres sobrinas cuyo padre y también hermano de Julián Barrio falleció bastante joven. "Vive de forma normal, porque tampoco tiene muchos gastos. No siquiera fuma", dicen personas del entorno del arzobispo.

Una crisis que también llega a los cepillos de las iglesias parroquiales

Los sacerdotes parroquiales viven más desahogados que los obispos, aunque su sueldo es inferior. Ronda los 650 euros al mes, pero a cambio los curas reciben un complemento, que puede variar de unas diócesis a otras, de 23 euros por parroquia atendida más otros siete euros diarios por misa celebrada, pero sólo la primera, porque el estipendio por las segundas y sucesivas se destina a la diócesis. A estos ingresos se suman otros 51 euros por asistencia a un acto solemne como puede ser un funeral, según explica José Luis Portela.

El mayor gasto de los párrocos es el coche, que tienen que pagar de su bolsillo, porque como dice el ecónomo de Tui-Vigo, "sin medio de transporte, un cura resulta inútil".

En todo caso, advierte Portela, la crisis económica ha llegado a las parroquias, porque la mitad de las misas que se celebran al mes no están encargadas por los feligreses, lo que no son pagadas y eso repercute a final de mes.