La aparición del documento de instrucciones previas o testamento vital -donde cualquiera puede dejar constancia por escrito de que llegado el momento no quiere que le reanimen-, los continuos avances en el consentimiento informado, la creación de los propios comités de bioética... Grandes pasos en la nueva forma de entender la Medicina, según Arturo Fuentes, pendientes de madurar. "Todavía no tienen tanto calado en la práctica profesional como deberían", señala el responsable del grupo asistencial del Complexo Hospitalario de Ourense.

En el centro llevaban ya hablando de bioética desde el 95, con un grupo lo más parecido que por entonces había a los actuales comités. "Nos reuníamos sobre todo para tener contacto con la formación en esta disciplina", cuenta. Intercambiaban bibliografía, artículos que "a todos nos venían muy bien". Organizaban cursos, que todavía hoy se mantienen, para cumplir con una de las funciones que tienen los comités. "Las Facultades de Medicina y las Escuelas de Enfermería deberían impartir esta clase de formación. El día que sea así se eliminará esa responsabilidad de los grupos asistenciales".

El comité ourensano trabaja ahora en un protocolo para actuar ante la negativa de un enfermo a recibir tratamiento. "Cómo debemos actuar, que pasos hay que dar para que ese respeto que debemos al enfermo no suponga caer en una dejación de funciones", explica Fuentes. Dice que las reuniones extraordinarias en su caso, ante una solicitud de deliberación son, de momento, escasas. Entre dos y tres al año. "Es importantísimo que no seamos órganos fiscalizadores del centro. Eso acabaría quemándonos. Se nos vería mal dentro", explica.