Javier Sánchez de Dios / Santiago

Aunque se anunció una vía de diálogo entre los viticultores y la Consellería de Sanidade, hasta ahora no se han producido acuerdos sobre la inclusión del vino en la Ley de Drogodependencias, por otra parte muy contestada. ¿Hay que considerarla una mala Ley?

- marta Álvarez. No. Y sería muy discutible eso de que es una Ley muy contestada, lo que por otra parte tampoco la convertiría en mala. Por cierto, quiero recordar que en la legislatura pasada, con mayoría absoluta del PP, había un consenso para modernizar la Ley vigente, y no se sabe muy bien por qué, el proyecto quedó congelado y sin debatir. Este es un asunto pendiente y la Xunta hace una propuesta transversal que no es fácil porque afecta a muchos sectores sociales, pero hay abierto un período de información pública para que quien quiera alegue. Es un proceso transparente que parte de la consideración del alcohol como droga, lo que, por cierto, ya está incluido en la norma vigente, pero sin que eso produjese ningún alboroto años atrás.

- manuel docampo. Si una Ley tiene mucha oposición, y esta la tiene, es difícil que sea buena. Me llama la atención sobre todo que se vierten todas las tintas sobre productos que, como el vino, forman parte de nuestra cultura, y a otros dañinos de verdad ni los nombran; se está dando un trato excesivo al tabaco y al alcohol, como si esas sustancias fueran sólo las que producen adicción grave. Y me inquieta lo que puede suponer apartar el vino como alimento y elemento de moderación y dejar ahí un hueco a no se sabe muy bien qué otra cosa. ¿No estaremos haciendo nosotros mismos un favor a otras sustancias mucho más lesivas, más dañinas, cuando ni las nombramos? Debería existir un trato específico para las drogas auténticas y dejar a un lado el vino.

- vÍctor pedreira. Yo tampoco creo que sea una Ley muy contestada. Hasta ahora toda la oposición parte de dos sectores, uno el del vino y otro, un sector de organizaciones juveniles. Es una Ley integral, de prevención y tratamiento de drogodependencias y otras conductas, y por tanto afecta a sectores muy amplios, sociales y económicos, pese a lo cual, repito, la oposición es muy concreta: afecta a muchos, pero se le oponen bastantes menos. Al prepararla hemos dialogado con mucha gente, pero las alegaciones que están llegando son muy pocas. Por cierto, hay mucha gente que alaba la Ley porque es muy clara, a diferencia de la vigente. Distingue entre bebidas fermentadas y destiladas y expresa inquietud por cómo están bebiendo los jóvenes.

- Desde el sector vinícola la oposición es frontal y ruidosa, algo que no se produjo contra la Ley de 1996. ¿Por qué ahora sí?

- docampo. Por una cuestión de estatus. Es decir, si en el siglo XIX el vino era una medicina, hoy se asocia a la alimentación y a la mesura -no se bebe vino, en general, para emborracharse, sino para disfrute, se bebe para el deleite- y está demostrado que no es malo para la salud, siempre desde la moderación. Si el vino cambia de estatus y se transforma en otra cosa, el esfuerzo enorme del sector para enseñar a beber, para mejorar, para asociar su consumo a la buena comida, entonces los perjuicios serán enormes. Insisto en que defendemos el consumo de vino en términos de moderación. Y si eso se rompe, un gran sector se siente lastimado por razones económicas y culturales. No podemos convertirlo en una droga después de haber sido y de ser todavía considerado como alimento.

- marta Álvarez. Es evidente que entre la juventud la mayor parte de los excesos en la bebida no se producen con vino, y eso se comprueba en el botellón. En el proyecto de ley se ha hecho referencia a su condición cultural, etcétera, pero también al hecho de que el alcohol produce efectos terribles sobre quien lo consume en cualquiera de sus formas, en exceso. Y hay algo que no puede olvidarse: que no estamos hablando sólo de la juventud y en ese sector hay muchos accidentes de circulación vinculados a excesos en la bebida, por exceso de alcohol. Y por cierto, de las comunidades autónomas, sólo tres permiten la publicidad del vino, que son, me parece, La Rioja, Murcia y Castilla León. Así que estamos con la mayoría de las autonomías del Estado, Galicia no es una excepción.

- pedreira. Quiero dejar muy clara una cosa: el problema no es el vino, el problema es el alcohol. Ocurre que el vino tiene alcohol, y si la pregunta es si el alcohol es una droga, pues resulta evidente que sí; y no lo digo yo, lo dice la OMS, es del todo incuestionable, y es una droga porque reúne los dos requisitos para que lo sea; uno, que produce efectos psicoactivos, y otra, la segunda, que puede producir adicción. Es una droga y tiene efectos depresores sobre el sistema nervioso central. Ocurre que la palabra droga se vincula siempre a algo ilegal, y no: ese concepto puede cambiar. Insisto, no podemos vincular la legalidad o ilegalidad al concepto de droga, y las bebidas alcohólicas como el vino contienen alcohol y por tanto está en la Ley: lo siento mucho, pero así es la ciencia.

- docampo. Se ha hablado de controles, ilegalidades y demás: aquí ocurre que otras drogas no se nombran, y por tanto no existen: si se nombraran sería otra historia, se visualizarían diferencias. A mí lo que me preocupa es que se haga una Ley para prohibir algo que está desmadrado, cuando lo lógico sería invertir para evitar que se desmadre, invertir en educación, en la base. Y hay una reflexión que hacer: las represiones suelen desencadenar efectos contrarios a los que se buscan. Lo que se está haciendo con el vino acabará perjudicando a la calidad y favoreciendo el consumo de producto barato, que es lo que hay en el botellón. La gente que consume vino es en general moderada y opta por productos para saborear, no para excederse. Insisto: hablo en general.

- marta Álvarez. No estoy de acuerdo con Docampo; es verdad que este tipo de problemas debe abordarse desde el punto de vista de la educación, de la información, etcétera, pero la experiencia demuestra que, desgraciadamente, sólo con eso no basta; ojalá que bastase, pero no es posible. Lamentablemente hasta que no se sanciona o se reprime, hay cosas que no se hacen; no es cuestión de iniciativas represivas, para nada, sino de medidas preventivas que se acompañan de otras, complementarias, educativas, etcétera. Y no buscan efectos recaudatorios, como a veces también se dice, sino todo lo contrario. Lo que plantea Manolo Docampo, repito, sería lo mejor en un mundo ideal, pero aquí y ahora no me parece posible. Y la experiencia lo demuestra casi cada fin de semana.

- pedreira. No estoy de acuerdo en absoluto en que el texto de la Ley exagere o dedique demasiado al control del alcohol; no es así. Lo que ocurre es que la Ley es integral, trata de asistencia y de prevención; lo primero va dirigido por una parte a todos los afectados por drogas, y por otra, la inserción, más hacia las drogas ilegales porque crean más marginalidad. En la prevención hay dos medidas, las educativas, comunes para todo tipo de droga, y la reguladora, orientada al control de la presencia de la sustancia perjudicial; ocurre que las drogas ilegales son ilegales, no se pueden regular, sino que hay que luchar contra su comercio. Pero las drogas legales sí que podemos regularlas, y por tanto, controlar su publicidad y venta, su patrocinio, etcétera. Y en bebidas fermentadas, la Ley es mucho más permisiva que la vigente.

- La cuestión permanente es si educar o sancionar...

- pedreira. A veces se presentan las medidas educativas y las reguladoras como alternativas, y no. Las educativas, si no se producen en un contexto regulador, hacen que el esfuerzo se pierda, porque si desarrollas un esquema permisivo, a través de la publicidad, en un contexto que se quiere modificar, dificultas el objetivo. ¿Invertir en educación? En los dos últimos años el dinero dedicado a prevención se ha triplicado. No se nos puede decir que hay que hacerlo: ya lo hacemos.

- docampo. Se ha dicho varias veces que esto no es una ley seca, pero la verdad es que lo parece. Y se ha dicho que el alcohol mata, lo que puede ser verdad, pero también matan muchos otros productos que pueden consumir incluso los bebés. En todo caso, nosotros reclamamos que se tengan en cuenta planteamientos que permitan la supervivencia de un sector económico del que dependen directa o indirectamente muchas familias gallegas,

- marta Álvarez. Bueno, vamos a ver, la Administración no puede hacer algunas cosas, por ejemplo enseñar a beber. De vez en cuando parece como si quisiéramos hacer más complicado el gobernar de lo que ya lo es por sí mismo. Yo creo que tenemos un problema social importante, que afecta mucho a la juventud, y la Xunta trata de resolverlo o al menos reducirlo. Y cumple con su obligación al hacerlo.