Uno de los problemas del turismo náutico en Galicia es la escasez de plazas de amarre que hay en la costa, por lo que los atraques están muy cotizados, aunque la Xunta regule las tarifas. Y como en todas las cosas, en los amarres también habrá clases. Unos más baratos y otros más caros, precios que irán en consonancia con la calidad de los servicios que ofrezca cada instalación náutica.

Pues una de las formas de saber a qué categoría pertenece uno u otro puerto es fijándose en el distintivo de calidad que la Xunta pretende implantar, a similitud del que disponen los establecimientos de hostelería, solo que en vez de estrellas y tenedores, el símbolo será el ancla, donde una sola significará las prestaciones más bajas -puntos de agua y electricidad y poco más- y cinco las más altas, como personal para abrir el puerto a las dos de la mañana, recibir al patrón del yate hablando en inglés e informándole del hotel más cercano en que el puede pasar la noche.

De todas las actuaciones previstas para la construcción de nuevos amarres, el 31% se realizarán antes de 2010, otro 31% en el siguiente lustro, y el 38% restante en los últimos cinco años de vigencia del plan. De todas ellas, dos tercios tendrán como finalidad ampliar las instalaciones existentes y reordenar las dársenas, y el resto para crear marinas secas y fondeos.