Rebelión gallega en el puerto de Arrecife (Lanzarote). Cerca de sesenta obreros de la construcción, oriundos de la cuatro provincias gallegas, llevan desde el lunes en el puerto lanzaroteño durmiendo en sus vehículos o en las oficinas de la naviera Acciona Transmediterránea asistidos por Cruz Roja. En el último momento, el capitán del Sorolla abortó la maniobra de atraque por el fuerte oleaje y ahora los afectados, que decidieron abandonar la isla por la crisis en su sector, deberán esperar al próximo lunes a que el siguiente ferry les traslade a la Península. Ante la protesta encabezada por los gallegos, la armadora solicitó la presencia de la Policía Nacional, que envió seis vehículos al puerto para evitar disturbios.

Anoche, el Cabildo de Lanzarote negociaba con Transmediterránea una salida al conflicto. Al cierre de esta edición, la compañía barajaba trasladar hoy a los pasajeros en un buque hasta Tenerife, alojarlos en un hotel de esta isla y al día siguiente embarcarlos en otro ferry rumbo a Cádiz. "Como no salgamos mañana [por hoy] aquí se monta un cristo", advertía Jesús Fernández.

Este cangués es uno de los 60 gallegos desesperados por regresar a su hogar natal. Cumpliría 8 años en Fuerteventura, adonde emigró, como el resto de sus compañeros, atraídos por el boom inmobiliario que propició unos salarios extraordinarios en la construcción. Pero el parón inmobiliario en estas islas ha sido brutal, y la espantada de los obreros foráneos no ha hecho más que comenzar.

"Como con los cayucos"

Los pasajeros a los que dejó en tierra el Sorolla, muchos con familia e hijos pequeños, cancelaron sus alquileres y en sus vehículos cargaron todos los enseres. Su salida de Arrecife estaba prevista para las 14.00 horas del lunes, pero dos horas más tarde todavía esperaban por el ferry.

Cuando el buque inició la maniobra de atraque colisionó contra el muelle de Los Mármoles. Según la Autoridad Portuaria de Lanzarote, ese "rozamiento" no causó daños estructurales en el casco. El Práctico, que estaba a bordo del Sorolla, informó a las autoridades que el capitán no quiso intentar de nuevo el atraque "por motivos de seguridad". Fuentes del Puerto de Arrecife aseguran que las dificultades climatológicas "no eran tan extremas" para que el capitán decidiese continuar la marcha a Cádiz.

"Nos sentimos como llegados en cayucos". Cruz Roja surte a este numeroso grupo de pasajeros -en total, el Sorolla dejó en tierra a 86 personas, que viajan en 62 vehículos- la misma ropa y alimentos que administran a los inmigrantes que llegan en esas pateras. Los afectados agradecen esa asistencia, pero entienden que la naviera debía ofrecerles alojamiento en un hotel: "La primera noche, Transmediterránea nos abrió sus oficinas porque protestamos, y hoy [por ayer] nos metieron en un albergue", lamenta Jesús Fernández.

Todos los afectados presentaron reclamaciones ante la Oficina de Consumo de Lanzarote.