Los cubanos los llaman cariñosamente "chavitos", aunque su denominación oficial es la de peso convertible cubano. Los CUCs, como también se les conoce, obran milagros, ya que gracias a ellos se consigue lo que aparentemente es imposible con la moneda de andar por casa, el peso cubano: electrodomésticos, móviles e incluso ciertos alimentos.

No obstante, los CUCs son también muy escurridizos y suelen anidar en el bolsillo de los turistas... y en el de los gallegos, una comunidad que atribuye a la pensión que recibe de España, que enseguida traducen a convertibles, su supervivencia. Como dice Manuela Barreira, que llegó a La Habana procedente de Santa Comba (A Coruña) en 1951: "Gracias a Dios necesidad no pasamos, pero por la pensión de España. Si no, la pasábamos muy mal".

Aun así, hace falta juntar muchos "chavitos" para comprar un reproductor de dvd o un ordenador. "Los electrodomésticos, los que pueden lo compran, y los que no pueden, no, porque son muy caros, y además están en convertibles", explica esta gallega de 80 años. "Además nosotros ya tenemos los "frigidaire" de hace 50 años y funcionan perfectamente y el televisor también tiene 14 años y va muy bien", comenta. "Mi hijo compró un celular porque lo necesita para el trabajo, que si no es muy caro", añade.

La prioridad de los gallegos, como la de todos, es la manutención. "El retiro de mi esposo es de 230 pesos cubanos y la piernita de cordero cuesta la libra a 28 pesos. Así que cuando quiere darse ese capricho, ya dejamos una buena parte del dinero", argumenta Manuela. El resto del tiempo tocan "arroz, frijoles, arroz amarillo y algún pescado cuando se puede conseguir, que es malísimo, y alguna carne cuando se puede comprar, de puerco y de pollo".

Para Manuela, las medidas aperturistas tomadas estos días por Raúl Castro para liberalizar el comercio de electrodomésticos o de móviles o permitir la pernoctación en hoteles, no cambian nada. "Es el mismo perro con distinto collar", declara, para afirmar: "¿Y qué importa que nos pongan todo eso por libre si no se pueden comprar?". Y más aún: "La gente va a la tienda, pero va a mirar, porque hay muy pocos que puedan comprar". En cuanto a los hoteles, todavía peor: "De cien habrá uno que pueda, para qué lo voy a mirar".

Difícil manutención

Otra gallega, María Concepción Méndez,de Monterroso (Lugo), que reafirma orgullosa sus 90 años, la suscribe. "Los gallegos aquí, si fuera por lo que es de Cuba, nada. Menos mal que tenemos la pensión, porque la comida de un tiempo para acá se ha puesto muy cara". Gracias a ese dinero, Concepción puede moverse, a pesar de la artrosis, porque puede pagar a Marta 20 CUCs al mes.

Manuel Vázquez, que se define como "gallego de pura cepa" y que llegó de Brión (A Coruña) en 1953, valora las nuevas medidas, pero también entiende que "valen para los que tienen con qué pagarlas, como en todas partes": "Para nosotros son y no son importantes, porque hay hay que tener "chavitos" y las tiendas son muy caras". "Aquí el dinero se invierte en lo más necesario, en comer y en vestirse", explica, "porque con la libreta los alimentos son más baratos,pero con eso no puedes vivir". "Para darme el lujo de ir a un hotel", añade, "tendría que estar cinco meses trabajando". No obstante, Vázquez declara convencido: "Yo no me voy a ir nunca de aquí, porque este país es lo más grande que hay".