El 28 de marzo de 1809, la plaza de Vigo se convirtió en el primer territorio liberado del Estado español. La milicia local se alzó en armas contra el ejército napoleónico que apenas llevaba un mes en la villa. Un año después, el rey Fernando VII le otorgó el título de "Ciudad Leal y Valerosa" "Ciudad Leal y Valerosa" en reconocimiento a su importante papel jugado en la Guerra de la Independencia.

El peligro invasor se cernía sobre la pequeña villa marinera, de apenas 3.000 habitantes, a finales de enero de 1809. Los habitantes de la plaza, nerviosos ante el inminente ataque de los soldados de Napoleón, destituyeron a la afrancesada corporación local para nombrar a Francisco Javier Vázquez Varela como nuevo alcalde.

El 31 de enero de 1809 las tropas francesas hacen su entrada por la Porta de Gamboa. Las autoridades entregaron la villa al ejército invasor para evitar un cruel derramamiento de sangre contra un pueblo sin recursos. A partir de ese momento, las autoridades francesas gobiernan Vigo, aunque mantienen a la corporación local para administrar la plaza. Ellos, conspirarán en la sombra contra el ocupante hacia la "reconquista".

Mientras los galos se asientan en el recinto amurallado, los barrios periféricos inician la estrategia para recuperar Vigo. El Abad de Valladares, el alcalde de Bouzas , Vázquez Varela y el capitán portugués Almeida reúnen tropas, armas y munición, crean alarmas y arengan a los campesinos y marineros para luchar por su tierra.

El asedio se estaba fraguando cuando un hecho trágico precipió la lucha. El 20 de marzo tres vigueses fueron asesinados en una taberna al negarse a brindar por el nuevo monarca, José Bonaparte, con unos soldados franceses.

Ocho días después, los vigueses se lanzan la batalla por la reconquista. Poco más de dos horas duró el combate entre la milicia local y los soldados de Napoleón en la Porta de Gamboa, la más débil de la muralla. El primero en caer fue Carolo, un marinero que murió víctima del fuego enemigo mientras reventaba a hachazos la madera de la puerta. Su hacha fue recogida por Cachamuíña, quien dirigió la batalla hasta la victoria. Poco después, el ejército invasor cruzaba el arco del portón de A Laxe para abandonar por mar y para siempre Vigo.