La salud bucodental, fundamental a cualquier edad, cobra mayor importancia durante la vejez, ya que en esa etapa de la vida existe una mayor propensión a sufrir determinadas alteraciones, bien porque los malos hábitos de higiene asociados a los efectos propios del envejecimiento pasan factura, o bien por cambios en la dieta y la ingesta de ciertos medicamentos.

Sin embargo, los adultos mayores de 65 años representan el colectivo poblacional que menos acude a la consulta del dentista. Esto se debe, según indica la odontóloga Beatriz Abellás, con clínica en Vigo, a ciertas creencias erróneas, costumbres bastante extendidas y situaciones asociadas a la vejez. “Una de las causas es que asumen que son mayores y que es inevitable e irreversible padecer ciertas dolencias, cuando no es así: siempre hay tratamiento”, apunta esta especialista.

La consideración totalmente falsa de que la las enfermedades y problemas en la boca son menos importantes que en otros órganos es otro de los motivos que los alejan de las consultas de estos profesionales. Nada más lejos de la realidad, ya que muchas enfermedades tienen su origen en la boca, además de que en ella se detectan síntomas de dolencias en diversas zonas del organismo. “Con una boca bien cuidada, mejora la calidad de vida; comemos un mínimo de tres veces al día y al igual que no lavaríamos la ropa en una lavadora estropeada, no deberíamos descuidar la boca, que es además un foco de entrada de infecciones que pueden diseminarse por el organismo”, explica Beatriz Abellás, quien además incide en que “las dificultades para masticar influyen en que el trabajo no hecho con la dentadura lo tenga que realizar el estómago”.

Otra práctica desacertada es extraerse los dientes y ponerse una prótesis pensando que así se acabarán algunos problemas como la caries, cuando “lo mejor es conservar las piezas naturales”, según señala esta odontóloga.

Los problemas de movilidad reducida, las dificultades para desplazarse y la mayor presencia de enfermedades neurológicas y degenerativas constituyen otros obstáculos que hacen que los mayores no acudan al dentista con la frecuencia necesaria. La odontóloga Beatriz Abellás recomienda revisiones semestrales.

La población mayor de 65 años es susceptible de padecer con mayor frecuencia determinadas patologías en la boca, tal y como apunta Abellás. La dieta blanda que muchos de ellos siguen al tener problemas de masticación implica la ingesta de más hidratos de carbono y azúcares, lo que se traduce en mayor riesgo de caries. Del mismo modo, la disminución del flujo de saliva, que contiene bacterias que nos defienden, aumenta las probabilidades de tener caries.

Las patologías en las encías, tales como úlceras, también se producen más frecuentemente en este colectivo poblacional. ”Con la edad decrece el colágeno, la mucosa se vuelve más fina y quebradiza y la cicatrización se produce más lentamente”, explica Beatriz Abellás. La diabetes hace que las lesiones sean más difíciles de tratar.

La sequedad de la boca afecta en mayor medida a las personas de edad avanzada por dos motivos fundamentales: el efecto secundario de algún fármaco y la producción de menos saliva. Además de ser molesta, puede ocasionar ardores de estómago, trastornos del gusto y dificultades en la deglución, entre otras complicaciones.

Tener la boca seca también puede ser síntoma de enfermedades autoinmunes como el síndrome de Sjörgen.

El cáncer oral tiene menos tasa de supervivencia en edades avanzadas que cuando se detecta en personas más jóvenes. Una de las causas del mayor porcentaje de mortalidad es que los mayores retrasan la visita a la consulta al considera como algo normal los síntomas iniciales, que suelen ser una lesión en la mucosa, la mejilla, la lengua o los labios.

Otra afección que aqueja en mayor medida a las personas mayores es la quelitis angular, consistente en fisuras en la comisura labial producidas en muchas ocasiones en este colectivo por la pérdida de dientes, que provoca que esa zona esté siempre húmeda.

El síndrome de la boca ardiente, cuya etiología no está muy determinada, causa una sensación de quemazón y, en ocasiones, fisuras en la legua. “Es un trastorno para el que existen tratamientos paliativos”, afirma Beatriz Abellás.

Por último, esta odontóloga, indica que la enfermedad periodontal, no necesariamente asociada a la vejez, puede presentarse en esta edad debido a la pérdida de hueso en general. “La disminución de hábitos higiénicos, la ingesta de dieta blanda y la escasez de consultas al dentista hacen que esta enfermedad progrese y se acaben perdiendo piezas dentales”, comenta Abellás.

Esta especialista aconseja a la población de edad avanzada cepillarse tres veces los dientes al día, como el resto de la población (si tienen dificultades en el movimiento de las manos, mejor con cepillo eléctrico), someterse a dos revisiones anuales en el dentista, y, para los que usen prótesis, nunca dormir con ellas porque impiden que la mucosa respire.