Llegada la tercera edad, el mayor siempre preferirá quedarse en su propia casa, rodeado de sus recuerdos y cerca de sus seres queridos. Para ello, es fundamental que, llegado el momento de necesitarlo, cuente con un buen cuidador que garantice su bienestar.

Asumir este rol lleva implícitas una serie de funciones. “Debe responsabilizarse de aspectos de la vida de la persona dependiente como la alimentación, la higiene, la seguridad personal o el mantenimiento, incluso, de los lazos afectivos. Pero, al mismo tiempo, ha de saber gestionar la sobrecarga física y emocional que conlleva el cuidado a largo plazo”, afirma González.

Desde la empresa que dirige, hacen especial hincapié en cuidar al cuidador “para que pueda cuidar al mayor”. “Es necesario evitar la sobrecarga y aprender a escuchar el cuerpo, pidiendo ayuda a tiempo siempre que se necesite, ya que hay que estar muy bien, tanto física como psicológicamente, sobre todo, para desempeñar este rol”, afirma.

Otro aspecto básico es la formación. “Siempre digo que el cuidador es una persona muy especial, pero también ha de estar informado continuamente sobre temas nutricionales, médicos, etc. y en ello tiene un papel fundamental la empresa”, señala González.