Se acabó. No hay más. Seis años preciosos, llenos de éxito que terminaron de la peor manera posible, con una humillación inesperada sobre el césped de Maracaná. Difícil lectura tiene la eliminación de España. El resultado no ha sido el que el aficionado de la Selección pensó cuando los hombres de Del Bosque se subieron en aquel avión dirección al Mundial. En dos partidos, aquellos que salieron campeones en Sudáfrica han caído, de manera estrepitosa, en Brasil. Sin competir, sin el hambre de victoria y con "el cupo de éxito agotado" como así afirmaba Xabi Alonso después del partido ante Chile.

Los pupilos de Sampaoli vencieron a España, que se retiró con los ojos cristalinos pero sin la capacidad de romper a llorar. No tenían ni fuerzas para hacerlo. Esta selección está agotada. Física y anímicamente. Chile venció y con ello recuperó algo que le pertenecía, la etiqueta de 'La Roja'. Ahora ese nombre ya no importa y cualquier nombre a recuperar es algo banal o estéril. Lo que tienen que recuperar, aquellos que de ahora en adelante se enfunden la camiseta de la selección es el hambre, la presión y la ilusión de ganar, que no obligación. Matiz importante este último y es que se viajó a Brasil casi con la obligación de traer la Copa del Mundo. Ahora, a toro pasado, es evidente que la etiqueta de favoritos nunca fue merecida.

No fue así porque Alemania, Brasil, Argentina o la propia Chile que pasó como un rodillo por encima de los Xabi Alonso, Busquets y compañía tienen algo que a día de hoy no tiene la selección, ilusión. Aquella maldición de cuartos hacía daño a España, pero fijaba un objetivo, romper esa barrera. Cuando uno se enfrentaba a Holanda lo hacía con la seguridad de que una victoria conllevaba un mérito considerable. Los éxitos subieron a los altares a unos jugadores que al fin y al cabo siempre han sido humanos y que tal vez han necesitado un cambio generacional que no ha llegado.

Veintitrés futbolistas se llevó Del Bosque a Brasil. La realidad dista mucho de ese número. La confianza del técnico manchego siempre estuvo en los mismos y el cambio de ciclo llegó de la peor forma posible. Con una caída que no estuvo a la altura, ni honró a lo que tanto han conseguido. La gestión técnica no ha sido la adecuada. La lista del entrenador español era corta, el margen de maniobra era escaso y dos partidos han bastado para relucir las lagunas de la misma. A pesar de eso, el problema de fondo es mucho mayor que ese.

Después de la debacle ante Holanda, el partido frente a Chile no trajo demasiados cambios. Piqué y Xavi por Pedro y Javi Martínez. Esos fueron los únicos problemas que vio Del Bosque en el primer partido. De todos es sabido que el técnico español nunca ha sido de revoluciones, pero esta ocasión así lo exigía y las soluciones no han llegado a tiempo. Ahora ya es tarde.

Si decir que es tarde para cambiar las cosas es una realidad, afirmar que detrás viene una generación que luchará por éxitos también lo es. De Gea, Íñigo Martínez, Gayá, Samper, Isco, Thiago Alcántara, Jesé Rodríguez? la lista de nombres es infinita. Muchos de ellos ya saben incluso lo que es disputar una Champions League y otros avisan con su trayectoria que su futuro no tiene techo como es el caso de Gayá. Gestionar esos talentos es ahora la obligación.

Con la llegada de nuevos valores y un cambio generacional que ahora sí llegará, la selección competirá de nuevo por grandes triunfos como aquellas Eurocopas de 2008 y 2012 o aquel Mundial de 2010 triunfos que ya no podrán arrebatar a este equipo, como tampoco la estrella que llevan bordada en el pecho. Maracaná fue el final de una era preciosa, aquella que comenzó de la mano del sabio Luis Aragonés, y ahora tras la lección recibida comienza otra que quizás vuelva a situar a España en lo más alto del panorama fútbol.