Cinco goles en contra. El mismo guion que en aquella final del 2010 pero con distinto escenario. Esta vez ya no era Sudáfrica, era Brasil y aunque el rival no había cambiado, esta vez no se tocó el cielo, sino el abismo. El declive no llegó sólo por el mal juego, sería la crítica fácil, y la conclusión que provocaría continuar con la negativa línea con la que se está trabajando en la última época.

Del Bosque perdió algo del crédito ganado el día que hizo oficial su lista de 23 jugadores y el viernes, ante Louis Van Gaal, un erudito a veces no valorado en esto de los banquillos, sucumbió ante otra batalla, la estratégica. Si el técnico holandés tuvo la maestría y a la vez la valentía de arriesgar con su esquema, el salmantino no cambió nada.

Chile, Holanda, Bélgica o Argentina. Todas las selecciones del Mundial han mostrado una sonrisa en sus entrenamientos en Brasil y días previos. En la selección española algo fue diferente. 'La Roja' perdió esa sonrisa al mismo ritmo con el que perdió el balón, y en definitiva el fútbol. En el calentamiento previo al encuentro contra Holanda, Xavi, Casillas o David Silva levantaban la pierna, se agachaban a tocarse la punta de la bota o simplemente corrían al trote con el rostro serio, casi sin ilusión y eso se notó cuando las cosas se torcieron.

La lesión de Thiago

Las excusas ya no valen y son la mejor muestra de no saber perder, pero ello no evita atender a todo lo que pudo provocar la derrota ante Holanda. Un nombre propio y que engloba lo que se necesitó y no hubo. Thiago Alcántara. El joven jugador del Bayern Múnich no llegó al Mundial y con él se perdió un hándicap diferencial y un plus al cambio generacional.

El nombre de Xavi Hernández es la viva imagen de lo que ha sido y es la Selección. A decir verdad, el catalán no estuvo especialmente mal ante Holanda en esa primera parte. Tampoco, lo estuvo España, pero le faltó algo, la frescura y la necesidad de unas piernas más jóvenes. Koke en el banquillo vislumbró la debacle sin la oportunidad de ayudar y Thiago seguramente estaría con el mismo gesto desde casa, sabiendo lo que le echó de menos La Selección.

Ahora, con o sin Thiago y con la evidente ausencia de un Plan B para cuando los partidos se complican España tiene que apechugar, coger el toro por los cuernos y demostrar que mientras hay vida, hay esperanza. Por ello, el encuentro ante Chile será fundamental. Clave será conseguir una goleada ante la complicada selección sudamericana que, para alegría nuestra y casi como bálsamo a la catástrofe de 'La Roja', tampoco maravilló ante Australia.

Un golpe hacia la realidad

Ganar no es fácil, mucho menos en un Mundial. En el último tiempo ha habido una tendencia y casi una corriente que obligaba a confiar sin posibilidad de crítica en 'La Roja'. La confianza se la han ganado, es un hecho, pero la crítica hace al grupo más fuerte. Decir que Llorente merecía estar en esta lista, así como que De Gea podría haber merecido ser titular no significa poner en entre dicho las decisiones tomadas, sino ofrecer una versión real de la situación.

Tampoco es desaforado apuntar que con Puyol, España perdió un bastión que difícilmente podrá encontrar en los próximos años. Piqué sin él, su compañero y amigo, se ha perdido al mismo ritmo con el que lo ha hecho en el Barcelona. El caso de Ramos es contrario. Con él Del Bosque ganó un central, exceptuando su triste actuación del viernes, pero perdió a su lateral derecho de confianza.

Ahora el papel del aficionado español es el que debe ser. La tristeza, e incluso el comprensible pesimismo del encuentro ante Holanda, debe llegar acompañado de un halo de justicia con los hombres que una vez dieron mucho y que todavía pueden revertir esta situación. Eso sí, si no lo hacen hay que estar preparados para no negarles esos aplausos que hace no tanto recibían sin excepción.