El deportista más laureado en la historia de los Juegos Olímpicos, el nadador Michael Phelps, aseguró este lunes que el principal legado de una trayectoria que llega a su fin a los 27 años y con 22 medallas olímpicas es mostrar que la confianza es la clave del éxito.

Tras poner en Londres el punto y final a su periplo en la competición de alto nivel, Phelps confesó que aún no sabe cómo gestionar las sensaciones surgidas ante el nuevo capítulo que se abre en su vida, pero sí tiene claro cómo quiere invertir su tiempo. "Ser capaz de tener la confianza de hacer lo que quiero hacer fuera del deporte y ayudar a los niños a tener la misma confianza", advirtió.

A pesar de que en esta cita le vieron ceder el cetro a adversarios conocidos y nuevas generaciones que vienen pidiendo su momento, el 'Tiburón de Baltimore' se mostró satisfecho en una de las primeras comparecencias en las que cambia definitivamente su uniforme de trabajo habitual por ropa informal. "Estoy feliz, estoy pasándolo bien y mientras así sea, todo bien", declaró.

Una máxima que le permitió debutar en unos Juegos con tan sólo 15 años. De Sydney 2000 se fue sin metal, pero la toma de contacto le sirvió para el año siguiente sorprender al planeta al convertirse en campeón del mundo, un hito que, según él, prueba que "todo lo que uno quiera, lo puede hacer". Luego vendría la cadena de medallas que le darían la gloria, aunque la más querida, según admitió este lunes, es la primera.

"Todas son importantes, pero diría que la que guardo más en el corazón es mi primer oro olímpico --en Atenas--, puesto que había entrenado toda mi vida y fue uno de esos momentos en la vida y aunque agradezco cada medalla que he ganado, esa es mi favorita", confesó en la misma ciudad en la que sella su adiós al deporte.

"Sólo quiero pasarlo bien", afirmó tras una etapa entregada al deporte. "Todo lo que he hecho en mi carrera es enseñar a la gente que todo lo que quiera, es posible", una máxima que tuvo la oportunidad de probar este lunes con la concesión de la primera edición del Premio de Confianza otorgado en virtud de su nuevo estatus.

El agraciado fue el niño William Watson III, quien superó su miedo inicial al agua para convertirse a la natación. Hoy su ídolo entregó el galardón en Londres a un Watson que no podía dejar de llorar de la emoción ante el consejo del maestro.

En este sentido, explicó que, de niño, su madre le puso en el agua y, a pesar de que "primero tenía miedo, luego se produjo la confianza para poner la cabeza debajo del agua y empezar a nadar". "Esa confianza creció para permitirme lograr mis metas y aspiraciones", añadió en plena transición, ya que estos objetivos cambian ahora que abandona la piscina como ecosistema profesional.

"Ahora lo que quiero es pasar la vida divirtiéndome. Tengo mi fundación desde el año 2008 y ha sido divertido escuchar las historias de niños superar su miedos, es increíble ser parte de eso", explicó Phelps, quien por el momento no sufre nostalgia de la alta competición.

"No tengo miedos acerca de qué es lo próximo en mi vida, han sido 20 años nadando, he logrado lo que siempre quise y desarrollado la confianza de que puedo hacer lo que quiera", concluyó. Apenas unos días después de que el nadador estadounidense Ryan Lochte causara cierto revuelo con unas declaraciones en las que aseguraba que orinar en la piscina era una práctica habitual, Michael Phelps lo corroboró sin dejar espacio para la duda. "Creo que todo el mundo lo hace", dijo.

En una entrevista publicada hoy en el diario Wall Street Journal, el atleta con más medallas en la historia de los Juegos afirmó: "Creo que todos el mundo orina en la piscina. Es algo normal para los nadadores. Cuando estamos en el agua durante dos horas no salimos afuera para orinar. El cloro lo disuelve así que no es tan malo".