Si existen las derrotas dulces en una final olímpicaseguramente la sufrida por España ante Estados Unidos (8-5) sea el paradigma, porque el equipo de Miki Oca se ha estrenado en una competición olímpica a lo grande, optando al título y mostrando que todo es posible cuando existe un plan.

España no perdió porque le pesó la responsabilidad ni tampoco porque no creyera en sus posibilidades, sino por la calidad del rival. Estados Unidos, que cedió ante las de Oca un empate en la primera fase, aprendió la lección, tiro de físico y de oficio y se llevó el partido.

Letal fue el parcial 4-1 del segundo cuarto. Dominaba España por 1-2, pero decidió el técnico estadounidense, Adam Krikorian, poner más combustible en su locomotora. Apretó la defensa, obligó a las españolas a jugar muy lejos en ataque y poco a poco fue imponiendo su físico.

España no estaba tan fresca en defensa, no había tantas anticipaciones para frenar a la boya Kami Craig y Maggie Stephens, una de las jugadoras más determinantes del torneo, apareció para finiquitar el partido, mucho antes de lo que las de Oca hubieran pensado.

Oca no daba con la tecla. El tercer cuarto se resolvió con un gol de Villa (7-2) y después de un nuevo tanto de Maggie Stephens (8-2), Estados Unidos completó un parcial 7-0 en diecinueve minutos.

Jennifer Pareja, que había fallado un penalti poco antes, rompió la mala racha. Anni Espar apareció para poner el 8-5. Ya era demasiado tarde.

A pesar de la derrota, la plata es el triunfo del método, de creer en sus propias posibilidades y de engrandecer sus cualidades. De echar por tierra los prejuicios, de acabar con los pronósticos y de pensar en positivo con independencia del rival a las que se midan.

Dice Miki Oca que no es el responsable de ese carácter ganador en el que se han instalado sus chicas desde hace poco, pero para ellas su técnico es el espejo en el que se miran. Un tipo al que veneran, un campeón olímpico, un entrenador que les ha llevado a lo más alto cuando ellas difícilmente podían sacar la cabeza en la elite.

Y el viaje no ha sido tan largo. Oca insiste en que sus jugadoras sólo tienen que hacer lo que saben hacer bien y minimizar sus carencias, las físicas y las técnicas, aunque en ocasiones, como hoy, cuando te mides a un equipo dos veces subcampeón olímpico, las cosas no salgan como se espera.

A pesar de la derrota, este equipo ha puesto a España en el mapa del waterpolo femenino mundial, toda una revelación, una declaración de intenciones para lo que se viene en un equipo con tan solo 23 años de media.