La enfermedad de Alzheimer afecta a capacidades tales como la memoria, la orientación espacial y temporal, el lenguaje o el desarrollo de juicios complejos; trastornos cognitivos que se acompañan, y en ocasiones son precedidos, por una reducción del control emocional o de la motivación.

Todas estas afecciones acaban desembocando en una disminución de la movilidad física, que hace imprescindible la eliminación de barreras arquitectónicas para mejorar la calidad de vida de los pacientes y facilitar el día a día de su familia. En este sentido, cada vez son más las comunidades de propietarios que deciden realizar la adaptación de sus escaleras de entrada o del portal de su vivienda sustituyéndolas por rampas suaves o equipos salvaescaleras.

“Aún así, todavía es necesaria la sensibilización de muchos vecinos para conseguir dicha adaptación, y más cuando se trata de enfermedades de origen neurológico”, afirma Daniel García Caride, delegado comercial de una empresa especializada en accesibilidad de Pontevedra.

La legislación camina en esta dirección de la mano del Real Decreto 1/2013 por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social. Este decreto tiene como fecha límite de cumplimiento el 4 de diciembre de 2017, momento en el que todos los edificios de viviendas existentes deberán disponer de itinerarios accesibles a todas las zonas comunes para garantizar que todos los vecinos tengan acceso en las mismas condiciones.

Los trabajos de adecuación para facilitar la accesibilidad universal no deben resultar una carga desproporcionada para los vecinos, por lo que la Ley 8/2013 de Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbanas, que modifica los artículos 10 y 17 de la Ley de Propiedad Horizontal, ya contempla los posibles supuestos.

El primero de ellos determina que si el coste total de las obras no excede las doce mensualidades de gastos de comunidad por vivienda, los trabajos deben ser abonados a partes iguales por todos los vecinos. “Por ejemplo, una comunidad de vecinos donde el coste de comunidad sea de 60 euros mensuales por vivienda, cada vecino tendría que hacer frente a una derrama de hasta 720 euros. Si son 16 vecinos acumularían 11.520 euros para acometer la adecuación”, explica García Caride.

El segundo supuesto se daría en aquellos casos en que las obras de adaptación superen las doce mensualidades. “Cuando esto ocurre relata el delegado comercial, es necesaria la convocatoria de una junta y el acuerdo ha de ser adoptado por el voto favorable de la mayoría de los propietarios, estado los demás obligados también a abonar hasta el límite de la cuota anual de comunidad.

Diferentes equipos

En el mercado existen diferentes equipos. Entre ellos cabe destacar las sillas salvaescaleras, para tramos rectos o para tramos curvos, de interior o de exterior. “Su instalación es rápida y sencilla, y no requieren realización de obra ya que van ancladas a suelo”, afirma el delegado comercial. El requisito fundamental es que exista una toma de corriente próxima a la escalera. Son de fácil manejo y ocupan poco espacio ya que son plegables. Además, vienen provistas con mando a distancia para que, en caso necesario, una persona diferente al usuario pueda desplazar cómodamente la silla a lo largo de su recorrido.

En cuanto a las plataformas salvaescaleras, pueden ser inclinadas o verticales, para instalaciones en el interior o preparadas para a ir a la intemperie. “Estos equipos están especialmente indicados para usuarios de sillas de ruedas, además de ser útiles y cómodos para cualquier persona”, explica García Caride.

El delegado comercial señala los elevadores para viviendas unifamiliares como la mejor opción para el desplazamiento vertical en cualquier tipo de vivienda. “Existen cabinas en múltiples tamaños y configuraciones, según lo que el cliente necesite o las medidas que tenga el hueco a emplear. Son de bajo consumo eléctrico si se compara con un ascensor convencional”, relata.

Tanto sillas como plataformas no están obligadas a revisiones periódicas pero sí es conveniente tenerlas siempre en perfecto estado de conservación para garantizar su buen funcionamiento.

“Cuando un cliente decide realizar una adaptación en su vivienda apunta García Caride, el tema económico es importante, pero lo que debe primar siempre es el convencimiento de que el producto instalado va a proporcionar más independencia y una mayor calidad de vida al usuario. Para ello, lo recomendable es consultar siempre con profesionales, que aconsejarán sobre la mejor de las opciones para cada situación personal y entorno a adaptar”.