Javier Gómez Noya es una persona que ama la tranquilidad y con un perfil que se ha formado a base de luchar día a día en condiciones extremas. Eso queda demostrado en algunos de los finales más espectaculares que ha protagonizado en la historia del triatlón. Nunca se da por vencido, pero al mismo tiempo transmite unos valores de esfuerzo y dedicación que otros no poseen.

Le conocí en Castropol, hace 16 años. Competíamos en una prueba del campeonato asturiano. Nos hicimos amigos. Recuerdo que le gané. Después le volví a derrotar dos o tres veces, pero pronto comenzó a superarme con claridad. Comprendí que estaba ante un deportista con una gran calidad y talento. No solo lo demostraba en las pruebas, sino también en el aspecto humano.

Desde 2013 soy su entrenador. Le conozco bien. Sus principales armas deportivas son la ilusión por superar los retos de forma constante, su determinación y capacidad de trabajo. Es capaz de luchar en condiciones extremas debido los entrenamientos de máxima exigencia y sus largos viajes, que también afectan al rendimiento deportivo.

Su constancia y dedicación al triatlón le ha llevado a conquistar muchos logros deportivos. Esa constancia y su mentalidad forman una mezcla perfecta para explotar su potencial físico durante tanto tiempo a lo largo de la temporada.

La relación entre nosotros es buena. Tiene como garantía una vieja y larga amistad que comenzó en las carreras. Durante muchos años competimos en un mismo equipo. Ahora en el Ciudad de Lugo. Nos sentimos paisanos por lo que nos gusta e intentamos poner los medios para conseguir nuevos objetivos. Los desafíos son constantes y sabemos que nos queda un largo camino por recorrer.

Javier tiene un perfil humano cargado de sensibilidad. Se demuestra en los detalles. Muchas veces es inconformista Otras veces siempre busca algo más. Es su particular carácter ganador. Es una de las grandes ventajas que tiene sobre sus rivales.

En los últimos dos años hemos compartido muchas cosas. Muchas alegrías, pero también alguna decepción. Es algo habitual en el mundo del deporte. Pero siempre hemos disfrutado. Puedo contar muchas anécdotas. En la que más nos reímos fue cuando una persona nos confundió como ganadores de una prueba. Creía que había sido yo. Lo negaba. Javier insistió en que era yo. Al final me hice la foto. Realmente lo que quería era acabar de comer.

*Carlos Prieto, entrenador de Javier Gómez Noya