El gasto de calefacción y agua caliente sanitaria en el hogar puede llegar a suponer la mitad del consumo energético total de una familia. La incorporación de sencillas prácticas en los hábitos diarios se puede traducir, por tanto, en importantes ahorros en la factura, así como en la reducción de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) recomiendan disponer de un sistema de regulación que adapte la temperatura del hogar a las necesidades de sus habitantes, ya que no son constantes a lo largo del día, y además, hay espacios como la cocina que tienen sus propias fuentes de calor y requieren menos calefacción.

En el mercado hay dispositivos que regulan la temperatura y establecen la hora a la que se debe activar, lo que supondrá un ahorro del 30% en la calefacción.

Es fundamental establecer una temperatura confort para la vivienda. En invierno, una temperatura entre 15 y 17 ºC en los dormitorios y de 20 ºC en el resto de la vivienda es suficiente para mantener el confort en todo el hogar. Las instalaciones de calefacción se manejan con el termostato de ambiente, por lo que se debe contar con uno. Las temperaturas por encima de 21º suponen incrementos del consumo entre un 6 y un 9%, mientras que por cada grado de menos se reduce la factura entre un 5 y un 10%, además de evitar hasta 300 kilos de emisiones de CO2 por hogar y año.

Otro hábito que se debe asumir es la programación del horario de la calefacción. Si el termostato de ambiente es programable, se convierte en una buena herramienta de ahorro ya que permite programar el encendido para que la temperatura sea la deseada cuando se llegue a casa.

El mantenimiento de la instalación también afecta al consumo. La contratación de un servicio de mantenimiento anual que revise la calefacción a principio de temporada garantiza la máxima eficiencia. En las instalaciones de gasóleo hay que limpiar la caldera y el quemador por lo menos una vez al año y cada dos años en las de gas. Esto es fundamental, ya que realizar un mantenimiento periódico de la instalación de calefacción por personal cualificado supondrá un ahorro de energía de hasta un 15% y evitará posibles averías. Asimismo, hay que revisar las unidades terminales y, si es el caso, purgar los radiadores ya que la presencia de burbujas de aire en el circuito dificulta la transmisión de calor desde el agua caliente al exterior.

Organismos como el Instituto Galego de Energía (Inega) publican útiles guías para ahorrar energía, en las que se incluyen consejos como airear el hogar solo durante el tiempo necesario (10 minutos al día en un ambiente normal), ya que ventilar durante más tiempo solo supondrá en invierno una pérdida de calor que tendrá que recuperar luego el sistema de calefacción, con el consiguiente aumento de consumo.

Se recomienda, además, apagar la calefacción por la noche y no encenderla hasta después de ventilar la casa (nunca con el sistema encendido). Cerrar las persianas y las cortinas durante las horas nocturnas evitará importantes pérdidas de calor, mientras que alfombras, moqueta o suelo de madera mejoran el aislamiento de la vivienda.

En este sentido, una casa mal aislada puede perder hasta el 50% del calor, por lo que se aconseja valorar la posibilidad de instalar algún tipo de aislamiento térmico en las paredes y en el techo. La colocación de burletes adhesivos en puertas y ventanas reduce la filtración de aire y supone un ahorro entre un 5 y un 10% del consumo energético en calefacción, y la instalación de dobles ventanas o doble acristalamiento con puente térmico permite ahorrar hasta un 20% de la energía que se necesita para calentar la vivienda. En este sentido, son mejores las ventanas abatibles o practicables que las de carril, ya que estas últimas tienen más filtraciones.

Instalación comunitaria

Por otra parte, si se quiere disminuir el consumo de calefacción en un edificio de viviendas, el primer lugar sobre el que se debe centrar la reducción de gastos es la sala de calderas comunitaria. Además de sustituir la caldera de gasóleo por una más eficiente y de mayor rendimiento, de gas natural o de biomasa, por ejemplo, los propietarios pueden echar mano de otras opciones para rebajar la factura eléctrica de la comunidad como el reparto de costes.

Hasta hace poco resultaba demasiado caro y complicado medir el consumo individual de cada vivienda y hacer que el pago fuera proporcional a éste. Pero esta situación ha cambiado gracias a equipos económicos, fiables y de sencilla instalación, los repartidores de costes (dispositivos de medición que se instalan sobre los radiadores), que posibilitan distribuir los costes de calefacción en función del consumo real de cada vivienda permitiendo que actitudes eficientes repercutan directamente en nuestro ahorro y que cada propietario pague por lo que realmente consume.

Según estudios realizados por AERCCA (Asociación de Repartidores de costes de calefacción) y recomendaciones del IDAE, los ahorros que se obtienen llegan hasta un 20%.

Mercado energético

Otra recomendación se refiere a comprobar las ofertas del mercado energético. Las medidas de liberalización del mercado energético tienen por objeto fomentar la competencia y conseguir un menor coste para los usuarios. Tanto el mercado eléctrico como el de gas natural cuentan con entidades comercializadoras que ofrecen descuentos a nuevos clientes, mientras que los combustibles sólidos o líquidos pueden sufrir variaciones de precio entre los administradores.