El etiquetado energético para productos de calefacción y agua caliente sanitaria, implantado en septiembre de 2015, continúa siendo un gran desconocido entre los consumidores. Por este motivo, un proyecto europeo está desarrollando recursos y herramientas dirigidos, principalmente, a los instaladores, figura clave en la decisión de compra del usuario final, tal y como recoge el portal de eficiencia y servicios energéticos Eseficiencia.es.

La normativa establece que las calderas de calefacción, bombas de calor, unidades de cogeneración y los paquetes de sistema de hasta 70 kW, así como acumuladores de hasta 500 L deben estar marcados con una etiqueta de eficiencia energética similar a las etiquetas muy conocidas ya por los usuarios en otro tipo de electrodomésticos.

Para realizar la identificación se distinguen siete clases de eficiencia para los diferentes grupos de productos que se denominarán con letras desde la “A”, que califica a los productos con mayor eficiencia, hasta la “G”, que acompaña a aquellos que cumplan con el nivel mínimo de eficiencia. Esta clasificación resulta fácilmente identificable a través de colores.

En concreto, para calderas y sistemas de calefacción, la escala de eficiencia va desde “A++” a “G” y, para agua caliente sanitaria y acumuladores, la clasificación va de la “A” a la “G”.

Dos directivas europeas pretendían facilitar a los consumidores, fabricantes de calefacción e instaladores la tarea de seleccionar los productos de mayor eficiencia energética, con el fin último de reducir las emisiones de CO2 en el contexto de los ambiciosos objetivos europeos contra el cambio climático.

Para la industria de la termotecnia, la modificación de la normativa supuso todo un reto en la medida en que los fabricantes tuvieron que adaptar su oferta a las nuevas exigencias. De hecho, muchos productos que no cumplían con unos mínimos de eficiencia energética desaparecieron del mercado.

La relevancia de la figura del instalador es clave, en la medida en que es el responsable de emitir la hoja de datos energéticos cuando se trata de un sistema completo de calefacción.

Para paliar este problema de desinformación y para facilitar la implementación del etiquetado energético en este tipo de productos, ESTIF lidera un proyecto fundado por la Comisión Europea y enmarcado en el Programa Horizonte2020, cuyo objetivo es difundir el conocimiento sobre el etiquetado energético tanto entre los instaladores como entre los usuarios finales.

En el proyecto, denominado LabelPack A+, participan seis países, Austria, Francia, Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido. En una primera fase, se ha elaborado una serie de material divulgativo y formativo para los instaladores. Estos recursos están disponibles en las microsites que el proyecto ha habilitado para cada uno de los países participantes y tienen sus versiones en los idiomas portugués, inglés, alemán, francés e italiano.

Además, en el marco de esta iniciativa, se ha desarrollado una útil herramienta de cálculo online que permite llevar a cabo una planificación y una instalación óptima del sistema de calefacción.

El siguiente paso de LabelPack A+ es dar a conocer el etiquetado energético entre las autoridades públicas y las organizaciones de consumidores para que la información llegue al usuario final, quien tiene la última palabra en las decisiones de compra. Si se consigue generalizar la adquisición de productos más eficientes, Europa estará más cerca de cumplir sus objetivos en la lucha contra el cambio climático.