El expresident Carles Puigdemont, preso en la cárcel alemana de Neumünster, reivindicó ayer el 1-O al cumplirse seis meses de su celebración, y lo presentó como "el inicio de una nueva era de la cual no hay retorno posible".

Medio año después del referéndum, el expresident catalán constata que los integrantes de su Govern son "presos políticos, pero libres de espíritu", al mismo tiempo que elogia la cita de aquel día: "La palabra de la ciudadanía no puede ser nunca delito. No escucharos es legal pero inmoral (...). Esa jornada de dignidad popular y barbarie policial fue el inicio de una nueva era de la cual no hay retorno posible".

Además, en su primer recurso ante el Supremo, en el que alega "indefensión", el exmandatario catalán niega que hubiera "violencia alguna" en los días previos al 1-O y "menos un alzamiento".

Así, cuando contesta a los argumentos en que el juez Llarena se basa para considerar violenta la concentración del 20 de septiembre, Puigdemont dice que por violencia "no cabe entender unas manifestaciones de protesta, por numerosas que sean", ni las acciones "reprobables y aisladas de quienes causan daños".

Eso, en todo caso, serían "desórdenes públicos" que no se le pueden imputar a él, según informa el diario "La Vanguardia".