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Los CDR: aflora la raíz del "procés"

Los Comités de Defensa de la República, próximos a la CUP, hacen temer una eclosión de "kale borroka" en Cataluña

Adolescentes, durante una protesta el pasado martes delante de la estación de tren de Sants, en Barcelona. // Reuters

Con la detención de Carles Puigdemont y el procesamiento e ingreso en prisión de los principales líderes independentistas, han aflorado otra vez a las calles y carreteras de Cataluña, con acciones de "resistencia" cada vez menos pasivas, los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR), que el secretario general del PSOE, José Luis Ábalos, identificó ayer como el "germen" de una nueva eclosión de la "kale borroka" vasca, ahora trasplantado a la comunidad autónoma catalana.

Inspirándose en los Comités de Defensa de la Revolución cubana, y con la referencia más próxima en el tiempo y el espacio de Jarrai (las juventudes de la izquierda abertzale ilegalizadas en 2007 por su vinculación con ETA), los CDR nacieron el pasado mes de julio con la misión de mantener abiertos los centros de votación en la consulta ilegal del 1 de octubre. Entonces eran los Comités de Defensa del Referéndum, y trabajando en coordinación con la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, y con la ayuda de la probada inacción de los Mossos d'Esquadra, lograron su objetivo.

Después, en los paros "generales" del 3 de octubre y el 8 de noviembre, se reconvirtieron en piquetes de huelga. Ahora cortan autopistas como la que comunica la frontera francesa con Castellón y la entrada a Barcelona por su principal arteria de tráfico, la Diagonal, y rodean estaciones de tren como la de Sants. Molestan, obstaculizan y provocan todo lo que pueden, y ya han librado las primeras escaramuzas con los Mossos, a los que ya no tienen de su parte. Pero ¿quiénes son?

Los CDR son una prolongación de Arran ("raíz" en catalán), la organización juvenil de la CUP. Y su fuerza de choque. Su estructura piramidal tiene en la base no menos de 160 grupos con áreas de influencia que no exceden del barrio de ciudad o el pequeño municipio. Más arriba están coordinados por comités comarcales y, por encima, en la punta de la pirámide, por una cúpula "nacional" cuyos integrantes cree tener bien identificados la Guardia Civil. Es la que da las órdenes, aunque cada grupúsculo goza de importante autonomía para emprender acciones de "resistencia activa" en la zona que tiene asignada.

Al Instituto Armado le consta la celebración de tres grandes cumbres de los CDR: dos en octubre, después del referéndum, y otra a principios de noviembre.

Los grupos están formados mayoritariamente por adolescentes cuyo proceso de selección y captación se realiza a través de webs y blogs del mundo soberanista. Ahí se hace una primera evaluación. Pero después reciben "clases" en "talleres" en los que, según la Guardia Civil, han participado también miembros de la ANC y otras organizaciones del entorno independentista, caso de En Peu de Pau.

Los agentes que han investigado a los CDR recuerdan en un informe que ya obra en poder del juez Llarena del Supremo algunos de los sugestivos títulos de estos talleres: "Cómo fortalecer las movilizaciones", "Estrategia no violenta de liberación en 10 pasos", "Cuáles son las actitudes de la fuerza no violenta" o "Criterios para evaluar que una acción es no violenta, coherente y efectiva".

En ese informe figuran también los nombres de la veintena de activistas que la Guardia Civil sitúa en la cúpula directiva de los CDR. De todos ellos los más conocidos son: Rubén Wagensberg, diputado de ERC; David Fernández y Antonio Baños, exdiputados de la CUP, y Marcel Mauri y Joan Vallvé, portavoz y vicepresidente segundo de Òmnium Cultural, respectivamente.

Baños, que renunció al acta en enero de 2016 por discrepancias con la decisión de su partido de no investir a Mas, es el autor de una frase premonitoria: "Para obtener la independencia hay que montar un pollo", y en las últimas semanas ha sido víctima de una turbia criba. Presentó su candidatura a la presidencia de la ANC, pero la organización la vetó porque Baños participó en una tertulia política en la que es fijo y donde, al ser preguntado por la campaña, se excusó diciendo que no podía hablar de ella, tal como exige el reglamento de la Assemblea. No sirvió de nada: la entidad que presidió Jordi Sànchez eliminó su papeleta. No se han dado más explicaciones. ¿Cabe pensar que la ANC temió que, en manos de Baños, acabara demasiado cerca de los CDR?

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