El soberanismo llevó ayer el conflicto catalán al corazón de Europa con una manifestación en Bruselas en la que consiguió reunir a 45.000 manifestantes, según estimación de la policía belga. Fue un cierre de filas en plena contiendad electoral, en la que ERC y JxCat pugnan -cada vez en condiciones de mayor igualdad, según las últimas encuestas- por hacerse con el liderazgo del independentismo y el Gobierno catalán el 21 de diciembre.

El expresidente Carles Puigdemont y la número dos de ERC, Marta Rovira, aparecieron juntos en la marcha, en una imagen de unidad que contrasta con el rechazo de Esquerra a concurrir en una lista única y el fracaso de ambos en elaborar un programa común que vaya más allá de reclamar la libertad de los antiguos miembros del Govern y los presidente de ANC y Òmnium Cultural encarcelados.

Bajo el lema, "Europa, despierta. Democracia para Catalunya", los manifestantes recorrieron dos kilómetros y medio en una marcha que se alargó durante cuatro horas. Puigdemont, que cerró el acto, tuvo que realizar un recorrido alternativo por seguridad y solo se sumó a la cabecera al término de la manifestación. Tras la pancarta estaban otros políticos catalanes, como el expresidente Artur Mas o el diputado de ERC, Gabriel Rufián.

El presidente de la Generalitat huido a la capital belga mantuvo en su intervención de ayer el tono crítico sobre la Unión Europea y su implicación en el conflicto territorial español. Tras definir a Cataluña como "la mejor cara de Europa", Puigdemont distinguió entre "la Unión de los estados y la de los ciudadanos" y volvió sobre sus reproches a las instituciones comunitarias, a las que acusó de "animar a Rajoy en su represión" contra el movimiento independentista. El antiguo jefe del Ejecutivo catalán llamó la atención del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, sobre unos manifestantes que no habrían acudido a Bruselas si los antiguos miembros del Govern fueran unos delincuentes.

Ante la duda de que el soberanismo consiga revalidar su mayoría absoluta dentro de dos semanas, la número dos de ERC, Marta Rovira, advirtió que "o arrasamos nosotros o ellos arrasarán con todos los consensos sociales que durante tantos años hemos construido en nuestro país". Para Rovira, que podría convertirse en la primera mujer que preside la Generalitat si Esquerra se impone en la urnas y Oriol Junqueras sigue en la cárcel, un triunfo electoral permitirá "acabar este trabajo" y "validar la república y volverla la reconstruir desde el inicio".

Su compañero de partido, el exconsejero Toni Comín, uno de los cuatro antiguos miembros de su gabinete que acompañan a Puigdemont en Bruselas, tachó de "franquista" al Gobierno de Rajoy, al que reprochó que "tenga miedo" de que un juez belga acepte que ellos son refugiados políticos.

Reacciones

Los independentistas pudieron viajar a Bruselas porque tienen pasaporte español y "por tanto, están ejerciendo un derecho europeo derivado de que España forma parte de la UE", constató ayer la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, al término del Consejo de Ministros.

Apenas hubo reacción a la marcha en las instituciones europeas y solo el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, apuntó que las protestas en torno a Cataluña "no son de sentido único", y la capital belga, que acoge cada año una media de 900 manifestaciones, fue escenario de otras concentraciones en favor de la unidad de España.

El soberanismo catalán volvió a contar ayer con el apoyo del nacionalismo flamenco. Al término de la manifestación se celebró en la Eurocámara una conferencia organizada por el N-VA, partido conservador que defienden la independencia de Flandes, bajo el título "¿Puede Cataluña salvar Europa?". El eurodiputado del N-VA Mark Demesmaeker criticó el "silencio con consentimiento" de las instituciones de la UE "hacia Madrid" mientras se "encierra a ministros catalanes y líderes independentistas".