El expresidente del Gobierno y presidente de la fundación FAES, José María Aznar, advirtió ayer que la reforma constitucional "de la que se habla no debe ser el pago a plazos de lo que ahora no estamos dispuestos a pagar al contado al secesionismo". Durante el acto la clausura del foro Ideas de su fundación, Aznar quiso dejar constancia de que "el secesionismo catalán ha sobrepasado todas las líneas rojas que creíamos que existían ante un desafío de semejante magnitud a la ley y al orden constitucional".

El expresidente, que tiempo atrás reclamó al Ejecutivo de Rajoy una respuesta más contundente al desafío independentista, considera que "los silencios se han interpretado como debilidad y no como muestras de prudencia, y se ha inculcado en las mentes una independencia gratuita, dorada y saludada por el mundo, cuando la realidad es la fractura social y el descrédito internacional. Un conflicto sin precedentes en democracia". En estos momentos, "más allá de las reclamaciones independentistas, está en juego el pacto constitucional de 1978, el valor de la transición democrática, la continuidad de la historia de España que hizo de la Constitución un terreno firme de reencuentros entre los españoles". España atraviesa, a juicio de Aznar, "un momento crítico de su historia y nadie puede abdicar de su responsabilidad, sea cual sea su ámbito de actuación". El compromiso de la fundación que preside es "desterrar los mitos fiscales o las falsedades históricas que avalan el delirio sedicioso de unos cuantos".

El expresidente defiende que "el debate identitario no posponga debates inaplazables", entre los cuales ha situado el de la "insostenibilidad financiera frente a los retos demográficos". "Las razones no hay que buscarlas en los impuestos que pagan los ricos", por considerarlo una "estrategia de corto alcance", sino en "un mercado de trabajo que cinco años después de la reforma mantiene una tasa de paro del 17 por ciento" y un sistema educativo que "necesita más calidad para no seguir aumentando la dualidad del mercado laboral". Lamenta un sistema fiscal "con muchos impuestos, demasiado altos y complicados, que distorsiona el comportamiento de personas y empresas y lastra el crecimiento". Por ello, sostiene, "nadie preocupado por la desigualdad y la pobreza debería oponerse a la revisión profunda del sistema de bienestar, profundizar en la reforma del mercado laboral y del sistema impositivo".