La titular del Juzgado Número 2 de Amposta, Sonia Nuez Rivera, está hundida psicológicamente. La jueza llevaba entre manos las diligencias por la explosión ocurrida en el chalé de Alcanar (Tarragona) a las once y cuarto de la noche anterior a los atentados de las Ramblas y Cambrils. En la mañana del jueves día 17, la juez acudió al chalé para realizar una inspección ocular y al ver las bombonas (una decena) desperdigadas entre las ruinas, apuntó la posibilidad de que pudiesen "estar preparadas para un atentado", ya que no le convencía la versión de que aquella explosión se había producido en un laboratorio de drogas. Y es que los materiales en la escena no le cuadraban.

La respuesta de los Mossos que acompañaban a la jueza, sin embargo, hiela la sangre: "Señoría, no exagere". Faltaban unas horas para que una furgoneta sembrase de muerte las Ramblas. Casi a la vez que este ataque, se produjo una segunda explosión que afectó a seis mossos -uno de ellos grave-, a dos bomberos y al conductor de una retroexcavadora que estaba colaborando en el desescombro del chalé. Aún así, a las siete de la tarde, el alcalde de Alcanar, Alfons Montserrat, aseguró que el origen de la deflagración era una posible cámara de gas que habría explotado por una chispa provocada por la retroexcavadora.

Los Mossos no habían dejado entrar al recinto ni a la Guardia Civil ni a los especialistas de los GEDEX, que lo más probable es que hubiesen descubierto que la explosión no se había producido por gas. Los terroristas habían acumulado en el chalé 500 litros de acetona, agua oxigenada y carbonato para hacer un tipo de explosivo, "la madre de Satán", el preferido de los yihadistas. De haberse descubierto que se trataba de la base de unos terroristas, es muy dudoso que las fuerzas de seguridad hubiesen podido avanzar las investigaciones de forma que se evitasen los atentados.