Aunque solo sea en términos de prospectiva, el barómetro del CIS aporta al PSOE la primera satisfacción en muchos meses y alivia el ánimo socialista, lastrado por las sucesivas derrotas electorales desde 2011 y el estancamiento persistente, con tendencia a la baja, que quedaba patente tanto en los sondeos como en las llamadas a la urnas.

La subida de julio puede ser el primer signo fiable de que el PSOE está remontando posiciones. Los indicios de anteriores barómetros trimestrales era apenas una décimas de mejora que quedaban muy por debajo del margen de error de la muestra. En la encuesta del CIS hay además otros datos que avalan ese cambio de tendencia, como la pequeña mejora de la valoración del papel de los socialistas en la oposición. Son todavía una amplia mayoría, el 55'4 por ciento, los que consideran que la actuación política del PSOE frente al Gobierno es mala o muy mala. Pero ya son menos que en abril, cuando sostenían esa opinión el 61 por ciento de los encuestados. En paralelo a esa leve mejoría en el enjuicimiento de la labor de los socialistas, empeora la ya pésima opinión sobre el Ejecutivo de Rajoy y se incrementan en 4'3 quienes califican de mala o muy mala su gestión, que con un 55'4 por ciento integran el bloque mayoritario de los encuestados.

Pese a esos signos de mejora de su perspectiva, los socialistas están todavía muy alejados de una posición que les permita llegar al Gobierno y, de persistir la correlación de fuerzas que refleja el sondeo, están llamados a entenderse con un Podemos en el que no parecen hacer mella las disensiones internas.

La insatisfacción entre la ciudadanía y la percepción de que nada se mueve podrían jugar a favor de los socialistas.

El barómetro deja constancia de que la mejora de los índices estadísticos de la economía todavía está lejos de notarse a ras de suelo y hay un persistente 55 por ciento que considera la situación económica mala o muy mala y sin perspectivas de cambio en los próximos meses. Esa visión se repite, aunque con porcentajes muchos mayores, al opinar sobre la situación política, que el 71 por ciento de los encuestados califica de mala o muy mala.