No ha habido ninguneo a Podemos por parte del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. El líder del PP ha aceptado el envite de Pablo Iglesias y ha salido a la tribuna de oradores una y otra vez a defender a su Gobierno y a su partido. No se ha escudado en nadie, sin importarle que enfrente estuviera la joven portavoz de Podemos, Irene Montero, o el número uno del partido morado. El político gallego debió de considerar que la moción de censura podemistaa moción de censura podemista era más una oportunidad que una desventaja y como tal la aprovechó. Ante sus incondicionales e incluso ante muchos de los votantes de la derecha cansados de los tejemanejes del PP no sólo no salió tocado sino más bien fortalecido.

Aunque pudiera resultar paradójico, lo cierto es que a Podemos también le vino muy bien la actitud osada de Mariano Rajoy, porque volcándose el presidente del Gobierno como lo hizo el debate adquirió un nivel muy superior a si no lo hubiera hecho y hubiese dejado el peso de las discusiones en otros miembros del grupo parlamentario popular. De haberlo sabido, probablemente, tanto Irene Montero como Pablo Iglesias no se hubieran alargado tanto en sus intervenciones. Pero, claro, como no sabían la respuesta de Rajoy a la moción de censura, lo que no iban a hacer era desaprovechar la oportunidad de estar horas y horas intentando desgastar al Gobierno. Al final, esa estrategia les perjudicó. Rajoy dijo lo que quería decir en un tiempo prudente y los podemistas se alargaron en exceso.

En todo caso, a Iglesias y Rajoy les fue bien el debate. No tanto a los socialistas. Por una sencilla razón: su líder no forma parte del Congreso. Pedro Sánchez tendrá ocasión de resarcirse el próximo fin de semana en el transcurso del Congreso federal del PSOE.