Exhaustos tras ocho meses de cruda batalla interna, que culminó el domingo con la victoria de Pedro Sánchez con el 50 por ciento de los votos frente a algo menos del 40 por ciento de Susana Díaz, los socialistas buscan ahora la pacificación para que el de junio sea un congreso con la tensión desactivada y para no haya réplicas de las crisis interna en los cónclaves regionales. Los barones más beligerantes con Sánchez se pusieron ayer a disposición del nuevo secretario general tras reconocer la rotundidad de su victoria. En el entorno del ganador también dominaba ayer la voluntad de cerrar heridas, con la única voz discordante de la diputada Adriana Lastra, convertida en una de las figuras emergentes del sanchismo, partidaria de que los dirigentes regionales "pidan disculpas" a la militancia por no saber representarla.

La digestión de la derrota entre los ahora cuestionados líderes territoriales que respaldaron a la presidenta andaluza consistió en asumir sin paliativos el éxito de Sánchez y ponerse a su disposición. Así lo hicieron el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, el aragonés Javier Lambán, o el valenciano Ximo Puig, para quien ha llegado el momento de "trabajar desde la lealtad, de ida y vuelta". Puig se mostró "consciente de los muchos errores que hemos podido cometer".

Incluso el alcalde de Vigo, Abel Caballero, uno de los "susanistas" más acérrimos, felicitó ayer a Sánchez por su "gran victoria, incontestable" y le garantizó "todo el respeto y toda la lealtad a lo que plantee" respecto al futuro del partido. Para Caballero se abre "una nueva etapa" en el PSOE y a Sánchez "le corresponde marcar el rumbo" porque "ganó y ganó bien".

Entre otros dirigentes territoriales con mayor afinidad con el nuevo líder dominaba ayer una indisimulada satisfacción. Pese a que no se pronunció en favor de ninguno de los candidatos, el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, se mostraba ayer convencido de que el partido "tendrá ahora un liderazgo claro y potente" al tiempo que confiaba en la "voluntad de acuerdo" para restañar las heridas internas en el inminente congreso federal. Iceta reconoció que esperaba la victoria de Sánchez aunque no auguraba "tanta, tanta" diferencia de votos entre los principales candidatos.

La dirigente vasca Idoia Mendia, que respaldó a Patxi López, también se puso ayer a disposición del nuevo secretario general del PSOE para "empezar a cimentar un consenso mayoritario sobre el que integrar a la mayoría de compañeros y reconstruir la unidad en el partido".

En el equipo de Pedro Sánchez dominaba la disposición a evitar que se traslade el enfrentamiento interno que marcó las primarias a los congresos regionales que se celebrarán con posterioridad al federal, entre julio y septiembre. "No va a haber guerras, los congresos van a ser tranquilos, normales, si nos metiéramos ahora en enfrentamientos todos saldríamos perjudicados", sostiene el alcalde de Valladolid, Óscar Puente. Ahora "toca aparcar las diferencias y formar un equipo y un partido"que esté en condiciones de remontar sus resultados electorales, según Puente. Más combativa, Adriana Lastra, responsable de la campaña de Sánchez considera que lo ocurrido el domingo fue "una lección ejemplar para muchos de los barones, porque dejaron de representar a sus militantes. Lo que les dijeron fue, compañeros, o volvéis a representarnos o vais a dejar de hacerlo, esa es la lección, o empiezan a representar bien a sus compañeros o van a dejar de hacerlo".

En el día después de su victoria, Pedro Sánchez afrontó el primer envite de Podemos. En una conversación telefónica, Pablo Iglesias, le propuso paralizar la moción de censura de la formación morada para buscar un "programa alternativo conjunto" con el PSOE para sacar al PP del Gobierno mediante una iniciativa de ambas formaciones. Iglesias y Sánchez coinciden en la "insostenible" situación del PP, pero acordaron "respetar las estrategias diferentes de cada organización sobre cómo hacer oposición" al partido de Rajoy, según fuentes de la formación morada.

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, considera que salvo que imputaran judicialmente al presidente Mariano Rajoy, no existen motivos ahora para articular una mayoría distinta para apartar al PP del Ejecutivo.