El presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, advirtió ayer al Gobierno de Mariano Rajoy, en una conferencia en Madrid, de que no podrá parar el referéndum sobre la independencia de Cataluña porque considera que el Estado "no dispone de tanto poder para impedir tanta democracia".

En un acto en el Auditorio Caja de Música CentroCentro, en la sede municipal del Palacio de Cibeles, Puigdemont pidió dialogar "en una mesa, sin condiciones previas, sin límites, sin apriorismos, sin amenazas y sin subterfugios".

El presidente catalán rechazó ir al Congreso si ello es una "coartada" para difuminar ante los observadores internacionales la ausencia de voluntad política. "Ese es un error en el que no vamos a participar", dijo.

El acto de Puigdemont en Madrid coincidió con la publicación de un borrador de la llamada ley de desconexión de Cataluña, en el que se prevé una declaración unilateral de independencia si el Gobierno impide el referéndum.

En la conferencia, compartida con el vicepresidente Oriol Junqueras, y el conseller de Exteriores, Raül Romeva, y enteramente en castellano, Puigdemont invitó "formalmente" a Rajoy a abordar el problema de Cataluña y avanzó que, de manera inmediata, presentarán una propuesta al Gobierno en la que se negocien las condiciones del referéndum, en un diálogo sin restricciones.

El presidente catalán insistió en que desea que el referéndum "sea pactado" con el Gobierno porque esa es "la opción más plausible" a imagen del Reino Unido y Escocia.

Puigdemont quiso dejar claro que su propuesta independentista no es un desafío y que el Govern representa a un pueblo que quiere expresar su futuro en las urnas: "No somos ningún suflé, ni una enfermedad, ni fruto de ningún trastorno emocional", dijo.

Aunque se preveía que Puigdemont aprovechase la conferencia para hacer una última oferta al Gobierno, lo cierto es que el presidente catalán ahondó en el diálogo con el Ejecutivo y en que el compromiso de referéndum es "inviolable".

Pese a que Puigdemont reconoció que en el escenario actual domina el "no a todo", defendió la disposición a hablar "de todo y con todos", en una oferta de "diálogo permanente".

Oferta, dijo, en la que cabe hablar de la pregunta de la consulta, la fecha, los requisitos de participación y su validación.

Puigdemont se preguntó, varias veces, si hay voluntad política por parte del Gobierno de España de atender la demanda catalana" y si existe hay que actuar de "manera diferente y sincera".

El presidente catalán dijo que no quiere "trampas" ni tampoco recorrer los caminos del lehendakari Ibarretxe en 2005 o de los representantes del Parlament de Catalunya en 2014, "caminos que llevaron al fracaso evidente".

Por eso, Puigdemont advirtió al Gobierno que no cuente con Cataluña para "ningún simulacro, ninguna maniobra de dilación ni ninguna escenificación de falsa voluntad de diálogo. Nada que les permita creer que renunciamos a nuestro derecho a la autodeterminación".

Puigdemont recriminó al Gobierno que haga política en los juzgados y le dijo que "fiar todo el trabajo a fiscales y jueces incrementa el problema".

El presidente catalán impartió la conferencia "Un referéndum para Cataluña. Invitación a un acuerdo democrático" ante un auditorio de políticos del Parlament en su mayoría, diputados de Unidos Podemos, PDeCAT, ERC, senadores y fuerzas nacionalistas vascas. También asistió una decena de diplomáticos de embajadas extranjeras, según fuentes de la Generalitat.

Fuera del auditorio medio centenar de personas con banderas de España y otras preconstitucionales protestaron por la presencia de dirigentes independentistas catalanes, a los que insultaron cuando parte de la delegación catalana se acercaba al consistorio.

Además han proferido insultos contra la alcaldesa Manuela Carmena por permitir el uso de las instalaciones municipales para un acto a favor de la independencia de Cataluña.