"Felicidades a su gestor". El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata reaccionó ayer con cierta ironía ante la declaración de Mireia Pujol, hija del expresidente catalán Jordi Pujol, de que 62 millones de pesetas (372.000 euros) de la herencia de su abuelo depositados en Andorra en 1992 se multiplicaron casi por cinco, hasta sumar 1,7 millones de euros en 2010.

Mireia Pujol fue ayer la última de los siete hermanos en declarar ante el juez que investiga la fortuna familiar en Andorra y, al igual que ellos, sostuvo que le dijeron que los 62 millones de pesetas que se ingresaron en una cuenta del Principado a su nombre en 1992, cuando ella tenía 23 años, provenían de la herencia de su abuelo Florenci, fallecido en 1980.

Cuando en 2010 decidió cambiar de cuenta bancaria, los fondos acumulados ascendían a 1,7 millones de euros. Mireia Pujol atribuyó el aumento a la gestión del banco. Reconoció además que en 2012 constituyó una fundación en Panamá con su hermana Marta para ocultar un dinero que no afloró a efectos fiscales hasta 2014.

Durante el interrogatorio, el juez se mostró incrédulo con la versión de la herencia y preguntó por qué ninguno de los hermanos ni la madre dieron nunca los nombres de los gestores del legado, ni concretaron en qué país estaba el dinero antes de que lo heredaran y tampoco aportaron documentos acreditativos de la herencia. A todo ello, la imputada respondió con sucesivos "no lo sé".