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Pedro Sánchez no despega

La pérdida de apoyos y la fragmentación del sector crítico explican las dudas y las escasas apariciones de quien aspira a volver a liderar el PSOE

Pedro Sánchez respondió ayer con un simple tuit a la ola que le hicieron la víspera 68 cargos públicos y orgánicos del PSOE animándole a ser el candidato del sector crítico a la secretaría general. "Gratitud inmensa por la confianza", escribió, pero sin despejar la incógnita de si aspirará a reconquistar el liderazgo socialista.

Sánchez es aficionado a los anuncios de última hora y la plataforma que le apoya respeta su forma de marcar los tiempos, pero también reconoce que sus vacilaciones y sus escasas apariciones públicas (solo dos: Valencia y El Entrego) le están restando apoyos con los que no hace tanto contaba. Así, y no es poca pérdida, quien fuera su mano derecha antes de la defenestración del 1 de octubre: César Luena. O el hombre al que él promovió a la presidencia del Congreso en la XI Legislatura: Patxi López.

Ambos forman parte ahora de un "subsector" del sector crítico que dice trabajar por una nueva tercera vía "donde esté todo el mundo"; nada de "pedristas" contra "susanistas" ni de revanchas. La misma zona de la que ha emanado el calificativo "esperpéntica" para referirse a la "cumbre sanchista" del martes.

Lejos parecen haber quedado los tiempos eufóricos en los que Sánchez, con el mensaje de devolver el poder a las bases, prometía que iba a recorrer todos los pueblos de España para recabar apoyos y regresar triunfalmente a Ferraz.

En la reunión de cargos socialistas del martes faltaron "díscolas" como Susana Sumelzo o las independientes Zaida Cantera y Margarita Robles. Sí acudieron José Luis Ábalos, Sofía Hernanz y Rocío de Frutos, pero no Odón Elorza, que mandó unas palabras de respaldo. Y de la ejecutiva que cayó con el líder solo asistieron las socialistas Adriana Lastra y María Luisa Carcedo.

Los "sanchistas" leales a Sánchez -no los que, sin renegar de él, ya no le apoyan en sus aspiraciones- rechazan la tercera vía de Luena y López. Creen que Sánchez es el único "moralmente legitimado" para disputarle a Susana Díaz el liderazgo y "encabezar un proyecto de izquierdas", y el único, por ello, capaz de tocar la fibra sensible de la militancia.

Pero el exsecretario general no acaba de decidirse. Dijo que deshojaría la margarita antes de que acabara el año, pero para eso ya sólo faltan tres días, y ayer perdió otro respaldo: el del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, que no está por la labor de "empujar a nadie" a ser candidato.

¿A qué espera Sánchez? Quizá a que la gestora anuncie la fecha del próximo congreso federal del partido, lo que no ocurrirá antes de la celebración del comité federal de mediados de enero. Y la previsión es que el cónclave no se celebre hasta mayo o junio.

La presidenta andaluza también espera, pero eso a ella no le perjudica; todo lo contrario: los largos plazos que se ha dado la gestora para pacificar el PSOE trabajan a su favor. Cuantas más semanas transcurran, más se enfriará el debate interno, y más apoyos podrá perder su rival.

De hecho, es razonable pensar que las dudas de Sánchez tienen su origen en la división que medra en el sector crítico, que antes sentía detrás de él como una piña. Fugas como las de Luena o López han tenido que hacerle pensar, y mucho, si vale la pena presentarse. Pero él siempre ha fiado sus posibilidades en la militancia, y está por ver que haya perdido su favor. El alargamiento de los plazos confirma que hay temor a que así sea.

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