La celebración de los diez años de la entrada en vigor de la Ley de Dependencia sirvió ayer al PSOE para reivindicar la etapa de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, quien, al menos por unas horas, se convirtió de nuevo en un referente político para los socialistas. Diputados, senadores y europarlamentario junto a responsables orgánicos del partido, con el presidente de la gestora, Javier Fernández, al frente, se unieron ayer en el Congreso para una conmemoración que devuelve a Rodríguez Zapatero al primer plano de la vida pública.

Los exministros Jesús Caldera, Trinidad Jiménez y Ramón Jáuregui, y la exsecretaria de Estado Amparo Valcarce asistieron a la celebración de una ley que los socialistas reivindican como una de las claves de sus modelo político. El expresidente reconocía que "no forman parte de la tradición de este país las tareas de reconocimiento" como las del acto de ayer. "Son bastante excepcionales, y luego resultan muy intensas cuando se producen, pero es nuestra manera de ser. Hay que tomarlo con naturalidad y deportividad", señaló Rodríguez Zapatero, a quien en los últimos días se le acumulan las celebraciones del aniversario de una de las "normas estrella" de sus mandatos, acompañada desde su implantación por la críticas a sus insuficiencias económicas.

Los parlamentarios estaban convocados a un acto calificado por la dirección como "inexcusable". Esta exigencia provocó malestar entre los críticos, especialmente después de que el viernes, en otro acto de aniversario de la Ley de Dependencia, el expresidente diera su apoyo a la andaluza Susana Díaz en la contienda interna del partido. Pese a ello, Rodríguez Zapatero, aseguraba ayer que "ahora no estoy en los temas orgánicos". En un alineamiento inequívoco con la actual dirección interina del partido, el expresidente pidió "respetar los plazos y los tiempos" del 39 Congreso Federal. Se refirió a la" prudencia" de Javier Fernández, un "amigo" desde hace muchos años, y anticipó con "optimismo irrenunciable" que el PSOE encontrará una salida a su complicada coyuntura interna.

El liderazgo futuro está ahora en el centro de esa confrontación y tienen escasos visos de prosperar sugerencias como la del presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, partidario de pactar una candidatura unitaria para evitar tensiones mayores en el seno del partido. "Eso no lo va a decidir ningún presidente autonómico o secretario general de una federación, sino los militantes", señaló ayer el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, partidario del máximo respeto a "aquellos que deseen presentarse a unas elecciones dentro del proceso congresual".

De haberse celebrado elecciones el domingo pasado, como habría ocurrido si los socialistas no se abstienen en la investidura, "la izquierda hoy sería irrelevante", aseguraba ayer ex secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, para quien los acontecimiento dan la razón a los partidarios del cambio de posición.