Sin citar a Javier Fernández ni a la gestora que dirige el presidente del Principado, Pedro Sánchez hizo ayer una inmersión en Asturias que tanteó con sutileza y sin nombres propios el desafío en casa del contrincante. El exlíder socialista no quiso hacer sangre verbal de la fractura que enseñaba lo abundante de la concurrencia y sólo acercó el reto a la cara de la actual dirección del partido para decir que al PSOE de hoy le falta liderazgo y para hacer un guiño a la nomenclatura de sus antagonistas que levantó risas y aplausos entre una muy nutrida audiencia, ganada de antemano para la causa del ex secretario general socialista.

Dijo Sánchez en El Entrego que su propósito es unir el partido, o "coserlo" según "el verbo de moda", y que para coser "la mejor aguja y el mejor hilo es la voz y el voto de la militancia, no cuatro metidos en un despacho". Al exlíder socialista, su discurso directo a la emotividad de un auditorio entregado, a la reivindicación de la historia y la esencia del socialismo en plaza obrera, le iba a costar salir del parque de La Laguna de El Entrego en plan estrella del rock, con su muralla humana de guardaespaldas improvisados para contener a quienes iban en busca de un abrazo, de un beso, de una foto con un niño, de un mensaje que alguno quería entregarle en una cuartilla doblada de papel.

El segundo acto de autoafirmación de la gira española de Sánchez, por encima del millar de fieles muy fieles, entreguinos entregados, autóctonos y foráneos, terminó con el exlíder buscando refugio en una sidrería de la avenida Nalón, junto al río. Antes, en su cuarto de hora de parlamento, el antiguo secretario general había respondido sin citas directas a los que piden tiempo para reflexionar antes del congreso extraordinario que reclaman él y sus seguidores. "Un partido es organización, proyecto político, dirección y liderazgo, y hoy no lo tenemos", dijo antes de atacar la "falsa disyuntiva que plantean algunos compañeros entre celebrar un congreso ya o un buen congreso. Se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo, un buen congreso ya". Hablaba sin hablar de la más reciente petición de tiempo, Javier Fernández el viernes en el homenaje a Pablo Iglesias, cuando reclamó "no me pidáis que lo haga deprisa, sino que lo haga bien".

La demora en el cónclave, siguió ayer Sánchez en El Entrego, "no beneficia a ningún socialista, sólo a Mariano Rajoy. Su sueño es tener un PSOE como el de ahora, sin liderazgo", remató antes de asegurar que quienes se resisten a la inmediatez del congreso lo hacen "porque quieren competir en clave interna" y que él y los suyos no pretenden excluir a nadie. Era aquel, definió el antiguo líder socialista, "un acto de reivindicación de la militancia y de la unión del PSOE", en el que "no vamos contra nadie ni queremos fracturar la organización. Para un socialista nunca otro será un adversario" y "no sobra nadie", remató antes del mantra. "Falta el voto y la voz de la militancia".

Hablaba sobre una tarima sobria, decorada por debajo con una pancarta roja con la leyenda "Asturias con Pedro", con el puño y la rosa, pero sin rastro del logo de la FSA. Delante, entre otros, la jerarquía del SOMA-FITAG-UGT encabezada por su secretario general, José Luis Alperi, con la que se reunió previamente; los líderes de UGT en Gijón, Fernando Díaz Arnáiz, y en Avilés, Iñaki Malda, y un enardecido auditorio en el que también descollaban los alcaldes socialistas de San Martín del Rey Aurelio, Enrique Fernández; Laviana, Adrián Barbón, o Corvera, Iván Fernández, así como la exalcaldesa de Langreo, María Fernández, o los exconsejeros de Sanidad, Faustino Blanco, y Cultura, Ana González. Del organigrama actual del Gobierno del Principado, la gerente del organismo autónomo Establecimientos Residenciales de Ancianos (ERA), Graciela Blanco, también exconsejera, y de la jerarquía del partido en Asturias, la directora de la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo y secretaria de igualdad de la FSA, Gimena Llamedo. Detrás de Sánchez, sentados en la tarima, sus dos grandes apoyos en Asturias, la diputada Adriana Lastra y la senadora María Luisa Carcedo, y cuatro militantes que le precedieron en la palabra: Ana Toyos, de Oviedo; Óscar Pérez, de Valdés; Manuel Francisco Menéndez, de Langreo, y Carmen Saras, de Gijón, en cuya intervención salió del auditorio casi la única referencia explícita a la gestora. "La gestora es una impostora", dijo un asistente. "Creo que os referís a Gijón", replicó ella.

Una vez que ellos hubieron calentado a la concurrencia, Pedro Sánchez levantó un discurso muy dirigido a la emotividad, a la historia y sustancia del socialismo, al recuerdo de los que han hecho de Asturias "la esencia del socialismo español" y entre los que obviamente no citó a Javier Fernández -sí a Manuel Vigil Montoto, a Manuel Llaneza, a Purificación Tomás, a Ángeles Flórez, "Maricuela", o al actual presidente de la FSA, Pablo García-. Era su síntesis de un partido "feminista, europeísta, federalista, laico" que él definió abiertamente "de izquierdas" frente a los que lo quieren "de centro mirando a la izquierda". Y que "si tiene que buscar una posición", subrayó, "no es al lado ni debajo del PP, sino enfrente".

No se dijo el exlíder socialista muy partidario de "redefinir el proyecto político del partido", formulación muy del gusto de la gestora a la que en ningún momento nombró, pero "si se quiere hacer, que se haga", concedió, "pero que lo haga una dirección legítimamente elegida por la militancia de base". A lo mejor, dejó en el aire, "nuestro problema no son las políticas ni su diagnóstico. A lo mejor el desafío que tiene el PSOE es de credibilidad. Y si decimos a los españoles que queremos su voto para decir no a Mariano Rajoy, se tiene que votar no a Mariano Rajoy en la investidura". Ahí alguien gritó "no es no" y todo esto terminó con la "Internacional" a coro, puños arriba. Más o menos como anteayer en el homenaje a Pablo Iglesias.