Junto a la intervención de Mariano Rajoy, lo más esperado ayer era la previsible vuelta del antiguo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, cuya defenestración a comienzos de octubre propició el desbloqueo de la situación institucional, tal como reconoció ayer en su discurso el aspirante popular a la presidencia del Gobierno.

Sánchez no acudió a la reunión del grupo parlamentario previa a a la sesión de investidura, en la que el que fuera su subordinado, Antonio Hernando, quien se mantiene en el cargo de portavoz en el Congreso, instó a los diputados socialistas a asumir las directrices marcadas en el comité federal del PSOE: votar hoy en contra de Rajoy para abstenerse 48 horas después.

A su llegada al Congreso, Pedro Sánchez rompió el silencio que viene manteniendo desde su caída en el comité federal del 1 de octubre. Después de irse de viaje con su familia a Estados Unidos, solo algunos mensajes en las redes sociales dejaban constancia de que todavía se mantiene en la vida política. Horas después de que, el fin de semana pasado, el comité federal acordara la abstención, Sánchez escribió en Twitter un mensaje en el que demuestra que sigue en la batalla: "Pronto llegará el momento en que la militancia recupere y reconstruya su PSOE. Un PSOE autónomo, alejado del PP, donde la base decida. Fuerza".

La incógnita es hasta dónde llevará el que fuera líder del PSOE su discrepancia, algo que tampoco aclaró ayer. Sánchez anticipó que hoy, como el resto de sus compañeros, votará "no" a Rajoy, pero "el sábado será otro día". Esa ambigüedad inquieta a la actual dirección del partido, temerosa de que el antiguo secretario general rompa la disciplina de voto y arrastre con él a algunos diputados de su círculo, lo que podría acercar a la veintena el número de parlamentarios que dejarían constancia de su rechazo al candidato popular.

Después de veinticinco días de ausencia, Sánchez entró en el Congreso acompañado por el que fuera su secretario de Organización, César Luena y por María González, otra de sus afines. Fue una entrada sonriente, con buena cara. Vestido con vaqueros azules, camisa de rayas y americana también azul, Sánchez subió hasta su escaño en la cuarta fila sin parar de saludar a los compañeros: palmeó en el hombro a Hernando y estrechó la mano de Patxi López, del portavoz del Senado, Vicente Álvarez Areces (quien ayer se abrió hueco entre los diputados socialistas), de Pedro Saura e incluso la de su antiguo rival Eduardo Madina.

Seriedad en los escaños

La distensión y alborozo de la bancada del PP, que después de meses de incertidumbre ve ya próximo un nuevo Gobierno de Rajoy, contrastaba ayer con la seriedad dominante en los escaños del PSOE. En sintonía con ese ambiente en Pedro Sánchez pudo observarse un gesto serio en algunos momentos de la sesión, durante la que siguió con atención el discurso de Rajoy y realizó algunos comentarios a Patxi López, su compañero de escaño.