Javier Fernández, presidente de Asturias, fue ayer, en su calidad de presidente de la gestora del PSOE, el rostro más buscado en las celebraciones de la Fiesta Nacional. Buscado, fotografiado y, cuando fue posible, interrogado. Aunque los resultados fueron magros. Al menos en palabras. Fernández, que no conversó en público con el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, más allá de un breve saludo antes del desfile y otro en la recepción del Palacio de Oriente, se limitó a decir que se siente más comprendido fuera del PSOE que en el interior de su partido.

"Tengo la sensación de que me entienden más fuera que dentro", afirmó Fernández en la recepción real, en la que no permaneció más que el tiempo imprescindible. Lo hizo sin ocultarlo, ya que pocos momentos antes había esquivado una pregunta sobre sus objetivos asegurando que su esperanza era poder abandonar el palacio lo antes posible. También expresó su preocupación por el hecho de que pueda calar en el PSOE el convencimiento de que es necesario someter a las bases la decisión sobre la investidura de Rajoy que adopte el Comité Federal socialista. Esta reunión carece aún de fecha oficial, pero se aventura que se celebrará el día 23.

Fernández, como el resto de presidentes autonómicos, había estado presente en el corrillo organizado por Rajoy y su Gobierno en sala aparte durante la recepción. Fue una reunión de media hora en la que, según algunos testigos, el ambiente fue relajado y se habló de la salida a la actual crisis política, cuando quedan poco más de quince días para que se llegue a una investidura exitosa de Rajoy o se disuelvan las cámaras y se convoquen elecciones para el 18 de diciembre.

No más locuaz que Javier Fernández se mostró ayer Rajoy. El líder popular, que cada vez ve más cerca las once abstenciones socialistas que necesita para ser reelegido, optó por la prudencia. La que se le supone y la que exige el delicado momento político que se vive tras el cambio de dirección socialista. "Lo mejor que puedo hacer es estar callado", afirmó en la recepción. "No debo hablar", añadió tras saludar a Fernández, de quien reconoció que la interlocución "es más fácil" que con su antecesor al frente del PSOE, Pedro Sánchez.

En unos actos en los estuvo presente la presidenta del Congreso de los Diputados, la pontevedresa Ana Pastor, así como el presidente de la Autoridad Portuaria de Marín, José Benito Suárez. Precisamete, Pastor participó en una de las anécdotas de la jornada protagonizada por una de las invitadas, que se desmayó y fue atendida por la presidenta del Congreso, médico de profesión. Afortunadamente, todo se quedó en un susto y la mujer se recuperó rápidamente.

En unos actos en los que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ya no concitó la atención despertada el año pasado, y en los que estaban ausentes los representantes de Podemos, las palabras de los barones socialistas tuvieron amplio seguimiento.

Mientras la andaluza Susana Díaz pedía tranquilidad, explicaba que el "clima bélico" había pasado y elogiaba a Javier Fernández, el castellano-manchego Emiliano García-Page desvelaba conversaciones de los socialistas con el PNV para que colaboren en la investidura de Rajoy y permitan reducir el número de abstenciones precisas. En caso de que los cinco diputados del PNV se abstuvieran, el PSOE ya solo tendría que poner otras seis.

En las filas de los que siguen oponiéndose a dejar que Rajoy gobierne destacó la presidenta balear, Francina Armengol, quien trasladó personalmente su posición a Javier Fernández y le pidió que se consulte a las bases del partido. El expresidente del Congreso Patxi López fue contundente: "Mejor pasar un mal rato ahora e ir a elecciones que avalar a Rajoy", explicó.