Verónica Pérez (San Juan de Aznalfarache, Sevilla, 1978), presidenta de la mesa del comité federal en anteriores convocatorias, pasó en dos días de ser una completa desconocida en España al primer plano al proclamar a las puertas de Ferraz que Pedro Sánchez ya no ostenta ningún cargo y "la única autoridad en el PSOE soy yo". "La niña", como la llaman en Sevilla, amiga íntima de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, estuvo dos horas en el vestíbulo en un intento infructuoso de presentar un escrito para que la comisión federal de ética y garantías se pronuncie sobre la disparidad de interpretaciones de los estatutos. La espera fue en vano. Pero la diputada regional por Sevilla, al frente de la agrupación provincial más poderosa de España, es un luchadora y no se arredra. Tiene militancia socialista desde los 14 años, animada por su padre, cartero de profesión. Siendo aún estudiante de Económicas se convirtió en la concejala más joven del Ayuntamiento de San Juan de Aznalfarache. Dejó la carrera e inició una maratón política. Sus amigos la definen como una chica "sencilla, de trato afable, con férreos principios socialdemócratas, apegada a su pueblo, rociera y capillita de las que no se pierden la Semana Santa".

Pérez era feliz como concejala de Hacienda cuando fue nombrada diputada provincial en Sevilla. Conoció a Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación, del PSOE provincial, de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias y una referencia del partido. De esa estrecha colaboración con Villalobos parte su amistad con Susana Díaz. Una amistad auténtica, de quedar con maridos y niños y de compras en el Carrefour de San Juan. Verónica es madre de dos vástagos. El segundo parto la obligó a guardar una baja que le impidió acudir a una importante votación en el Parlamento regional. El PSOE perdió. Aquella derrota llevo a la Cámara a aprobar una norma pionera en España que permite votar desde casa a los diputados enfermos.

Cuando Díaz llegó a liderar a los socialistas andaluces, en 2013, colocó a Verónica Pérez, curtida en guerras de familias, al frente del PSOE sevillano, que preside Villalobos. El triángulo perfecto afianzaba su poder, asentado en el control de los pueblos. En 2014, junto con Antonio Pradas, sustituto de Alfonso Guerra como cabeza de lista por Sevilla, recogió avales y firmas para que Sánchez fuese secretario general. Ahora tienen el encargo contrario.