Pedro Sánchez acudirá al comité federal que ha convocado para el próximo 1 de octubre, seis días después de las elecciones vascas y gallegas de este domingo, con una propuesta en firme: retará a sus barones pidiéndoles que le dejen intentar formar gobierno y ser alternativa a Mariano Rajoy.

Y por si había dudas sobre a qué fuerzas se dirigirá el secretario general del PSOE para intentar consumar su tentativa, por la tarde lo dejó muy claro: "Merece la pena levantar los vetos cruzados y trabajar para poner en marcha el gobierno de cambio que merece este país", dijo durante su intervención en un mitin en Bilbao, apelando a los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, y Ciudadanos, Albert Rivera.

Sin embargo, esos "vetos cruzados" afloraron en cuanto la ejecutiva socialista adelantó la intención de Sánchez. Rivera consideró "inviable" la tentativa. E Iglesias, otro tanto, pues excluyó que en los contactos tome parte "la filial naranja del partido azul", en referencia a Ciudadanos.

Con todo, el secretario general de Podemos recibió el anuncio con unos expresivos "Ojalá" y "Aleluya", si bien advirtió que cualquier negociación con los socialistas debe traducirse en un trato con su partido "de igual a igual" y sin líneas rojas, es decir, con un formato de conversaciones que incluya a los independentistas de ERC y a la antigua Convergència (CDC).

A Francesc Homs, portavoz de esta última fuerza en el Congreso, le faltó tiempo para entrar en el debate: "Si estos 'barones' territoriales del PSOE lo que desean es la continuidad de Rajoy, que lo digan claramente y no nos pongan a nosotros en medio, que no nos utilicen". Y exigió, como "condición mínima" y "democrática", un referéndum soberanista en Cataluña.

Lo mismo reclamaron fuentes de ERC, listando sus exigencias: derogar las leyes "retrógradas" del Gobierno del PP, dar un impulso a las políticas sociales y convocar un referéndum "a la escocesa" en Cataluña en el plazo de un año.

El anuncio de la ejecutiva prueba que Sánchez está dispuesto a plantar cara a los barones críticos e, incluso, a blindarse para seguir mandando; sobre todo, si se decide a convocar para el próximo diciembre el congreso que los socialistas tienen pendiente desde hace meses y fijar para el 23 de octubre la votación del secretario general por los militantes, una semana antes de que acabe el plazo para formar gobierno antes de disolver las Cortes e ir a unas terceras elecciones. La decisión, sin embargo, no es definitiva y dependerá, en parte, de los resultados de las elecciones del próximo domingo, informaron fuentes de la dirección del PSOE a "Europa Press".

Si ese día los socialistas vascos y gallegos anotan una nueva caída electoral para el PSOE, Sánchez podría llevar a la ejecutiva del día después la propuesta de adelantar el congreso, a pesar de que en el momento de su celebración podría no haber gobierno.

De esta manera, adelantaría la batalla por el liderazgo que la mayoría del PSOE considera inevitable. Pero, además, con esta decisión se anticiparía a los críticos con su gestión, que ya venían recelando de esta maniobra que hace difícil una candidatura alternativa por la inmediatez de los plazos: si la presidenta andaluza, Susana Díaz, quisiera presentarse y hubiera nuevas elecciones, tendría que gestionar su relevo en San Telmo antes de diciembre.

En este clima de fuerte enfrentamiento interno, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, acusó a Sánchez de "criminalizar" a los barones y avanzó que no va a volver a acudir a una ronda de contactos como las que ha organizado en los últimos meses con ellos, como un "juego de confesionario", porque es "absurdo". A su juicio, "es mejor que hablen ya los militantes" del partido, en las primarias para elegir al secretario general.