Los 170 diputados que le proporcionan el acuerdo suscrito ayer con Ciudadanos y el pacto que le da el apoyo del único diputado de Coalición Canaria es el argumento con el que ahora Mariano Rajoy presiona al PSOE para que contribuya a su investidura esta semana. El PP y la formación naranja formalizaron ayer un acuerdo de 150 compromisos, desarrollados en 220 medidas (ver página siguiente), 44 folios en total que van desde programas sociales hasta propósitos de regeneración de la vida pública.

El pacto supone un aumento del gasto en 28.500 millones de euros en los próximos cuatro años. La mayor parte de ese incremento de gasto se destinaría a programas sociales. Para compensarlo y equilibrar las cuentas públicas, el acuerdo prevé aumentar los ingresos en 29.000 millones, que se obtendrían con la reforma del impuesto de sociedades, la recuperación de los fondos no recaudados con la amnistía fiscal y la eliminación de duplicidades administrativas.

De las aprobadas, la medida que tendrá un mayor coste sería el Complemento Salarial Garantizado, que en los próximos cuatro años comprometería 7.600 millones y de la que serían potenciales beneficiarios dos millones de personas. Se trata de un impuesto negativo sobre el IRPF destinado a mejorar los ingresos de los trabajadores en función de su jornada laboral, su renta, sus condiciones y el patrimonio familiar.

Rajoy y Rivera refrendaron ayer con un apretón de manos el acuerdo que poco antes habían firmado el portavoz del PP, Rafael Hernando, y el de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta. Fue la forma con la que el líder popular pretendió quitar al acto la solemnidad del acuerdo suscrito en su día entre Rivera y Pedro Sánchez, que él ridiculizó en el fallido debate de investidura del socialista.

Después, en un Congreso de los Diputados inusualmente abierto un domingo de agosto, el líder del PP exhibió su fuerza, 170 diputados, más de los que tuvieron otros candidatos que sí consiguieron la investidura como presidentes del Gobierno, pero todavía insuficientes para auparse de nuevo al cargo.

Rajoy quema así los últimos cartuchos en su presión al PSOE. Hoy se reunirá con Pedro Sánchez a quien, anticipó, preguntará de frente si quiere unas terceras elecciones. Sabe, sin embargo, que si la presión no ha surtido efecto en los más de dos meses transcurridos desde los comicios de junio tampoco lo hará en vísperas del inicio del debate de investidura. Por eso no descarta volver a intentarlo de nuevo más adelante, incluso, dijo, sin necesidad de esperar a que se celebren las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre.

Para Albert Rivera, la ceremonia de ayer ya era conocida aunque en febrero pasado el socio fuese otro. El líder de Ciudadanos se esforzaba también en recuperar a su antiguo partenaire, Pedro Sánchez, asegurando que un centenar de los 150 epígrafes del pacto con el PP ya estaban en el que firmó con los socialistas meses atrás. En conjunto, lo suscrito con los populares es el mayor conjunto de reformas para el país en los últimos 35 años, enfatizó Rivera, para quien "con este pacto se acabaron los recortes en políticas sociales".

Entre los aspectos destacables del acuerdo, Rivera eligió el compromiso de una reforma del Senado y un recorte del gasto de diputaciones y empresas públicas de hasta 1.000 millones de euros. Esto dista mucho de las pretensiones de la formación de suprimir los órganos provinciales y la Cámara Alta, una de las carencias que más lamentaban ayer dos miembros del equipo negociador de Ciudadanos, los responsables de economía José Manuel Villegas y Luis Garicano. Ambos reconocieron que también se "echa en falta" una bajada del IVA cultural generalizada, puesto que el pacto la restringe a los espectáculos en directo.

Para el PSOE se trata de un acuerdo "continuista y conservador" que "no elimina ninguna de las medidas lesivas, como la reforma laboral". Esos, entre otros, serán los argumentos de Sánchez el miércoles próximo, en la segunda sesión del debate de investidura, para mantener su rechazo a Rajoy. En la intervención del secretario general del PSOE estará también presente, según fuentes del partido, el menosprecio del líder popular al acuerdo de los socialistas con Ciudadanos y sus "desafortunadas expresiones en tono displicente".

Sin esperar a la cita en el Congreso, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ironizó en las redes sociales sobre el pacto, apuntando que "era cuestión de tiempo que el filial del PP quisiera dar el salto al primer equipo". En otro formato, su segundo, Íñigo Errejón, lo definió como el "acuerdo de la indignidad", que "dice querer combatir la corrupción cambiándola de nombre". "Rivera se ha prestado a blanquear la corrupción del PP", concluye el portavoz en el Congreso de Podemos.

Desde el PNV -formación también sometida al cortejo, sin resultados, del PP- el lendakari Íñigo Urkullu considera "muy preocupante" para el autogobierno de Euskadi el pacto anunciado ayer en Madrid. En las pasadas elecciones generales, en el País Vasco, el PP fue la quinta fuerza más votada y Ciudadanos no logró ningún escaño, lo que para Urkullu es una muestra de su escasa relevancia en el ámbito autonómico. Pero lo más lamentable es, a su juicio, que ante una "crisis del modelo de Estado", el PP haya optado por Ciudadanos, formación que ha impuesto como "condición" reforzar el centralismo "frente a las autonomías".