El "caso Nóos" quedó ayer visto para sentencia, tras una instrucción y un juicio que han durado cinco años, once meses y dos días. Diecisiete acusados para un sumario que superó los 76.000 folios y una vista que arrancó el pasado 11 de enero y se prolongó durante 61 sesiones. Ayer, en la última, el abogado defensor de la Infanta, Pau Molins, pidió al tribunal la "merecida absolución de doña Cristina de Borbón" en la sentencia "para que nadie pueda dudar en el futuro de su inocencia". El letrado pidió una resolución que transmita a la sociedad el mensaje de que la justicia "se aplica en condiciones de igualdad para todos, sin favorecer pero tampoco sin perjudicar a nadie por razón de su linaje o de lo que se diga en los juicios paralelos".

Molins fue el último abogado en intervenir en el juicio y cuestionó por "temeraria" y "maliciosa" la acusación ejercida por Manos Limpias contra la hermana del Rey como presunta cooperadora en dos presuntos delitos fiscales de su marido, Iñaki Urdangarín, en 2007 y 2008. Calificó de "absolutamente desproporcionada" y "proscrita por el Código Penal" la pena de ocho años que pide el pseudosindicato porque "jamás nadie ha sido objeto de semejante petición de condena" por un delito fiscal y la atribuyó a la búsqueda de notoriedad y repercusión mediática.

El letrado confía en que la absolución de la Infanta impida "que una organización presuntamente irregular consiga alcanzar la culminación de sus indecentes propósitos" y citó a Cicerón para proclamar que "la Justicia no debe aspirar a ningún premio: se la imparte por ella misma".

Molins defendió que Aizoon, la empresa que la Infanta y su marido comparten al 50%, fue creada para canalizar los ingresos de Urdangarín como consultor y para actividades inmobiliarias, y no como sociedad pantalla para defraudar a Hacienda como sostiene la acusación.

En su alegato final, el letrado insistió en que Urdangarín era el único administrador de hecho y derecho de Aizoon y en que ejercía "un dominio absoluto y exclusivo sobre la compañía", donde la Infanta "se limitaba a rubricar sin pedir explicaciones" por una cuestión de confianza.

Tras el informe de Molins, la presidenta del tribunal concedió el turno de última palabra a los 17 acusados que, uno por uno, rehusaron usarlo, por lo que la magistrada declaró el juicio concluso y visto para sentencia.