El expresidente del Gobierno Felipe González aseguró ayer no sentirse ofendido por las palabras del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que el miércoles le identificó con los GAL al afirmar que "tiene el pasado manchado de cal viva", y dijo no comprender "la carga de rabia y de odio" del líder de la formación morada. "Yo sé que es buen discípulo de Anguita, pero me parece que está muy sobrecargado, se debería serenar un poquito", aconsejó González en declaraciones a los medios antes de participar, en el Instituto Cervantes de Madrid, en un homenaje al novelista colombiano Gabriel García Márquez, acto al que llegó acompañado por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que evitó realizar declaraciones.

González, en cambio, quiso responder a las palabras del líder de Podemos pronunciadas durante el debate de investidura de Sánchez. "Me parece un maravilloso autorretrato", comentó el expresidente socialista, negando que la alusión de Iglesias a los asesinatos de los etarras Lasa y Zabala en 1983, un crimen que se atribuye al grupo terrorista GAL, le haya ofendido.

"Según mi madre cumplo hoy 74 años, edad para callar en opinión de Monedero. A estas alturas no me voy a ofender, para que alguien te ofenda tiene que tener...", añadió González sin cerrar la frase. "El país necesita respuestas a los problemas de los ciudadanos y no necesita ni rabia ni odio", sentenció el veterano dirigente socialista antes de participar en el homenaje a García Márquez.

En primera fila

Ante un auditorio lleno, con Sánchez en primera fila y la secretaria de Estudios y Programas del PSOE, Meritxell Batet, entre los invitados, González compartió tertulia en el salón de actos de la sede del Instituto Cervantes con el periodista Juan Cruz y con Dasso Saldívar, biógrafo de García Márquez. Durante el acto, presumió de "ciudadanía colombiana" y rescató anécdotas personales con el Nobel de Literatura.

"Con Gabo las conversaciones podían durar horas y horas, podías conversar durante 72 horas, pero si quería él la interrumpía cuando había un partido de la tenista Serena Williams. Veía el partido y regresaba", contó González provocando risas entre los asistentes.

A García Márquez "le fascinaba la gente que tenía poder, lo que había detrás del poder y quien lo encarnaba", algo que le convertía en un personaje "contradictorio" que podía entablar amistad tanto con un presidente estadounidense como Bill Clinton o con el cubano Fidel Castro.