Mariano Rajoy siguió ayer la intervención de quien aspira a ocupar su puesto con las piernas cruzadas, mirando de lado a Sánchez y comiendo un caramelo con gesto impasible, que se tornaba en media sonrisa cuando lo citaba para atacarlo. Era la manera de transmitir su indiferencia ante un debate que considera un fraude. Rajoy apenas apuntó algo en un papel, ya tenía a Soraya Sáenz de Santamaría y a Moragas tomando apuntes. Los populares se enfadaron mucho al afirmar Sánchez que el mandato de los votantes fue abandonar las políticas de Rajoy.