El Rey subrayó que la condición de Barcelona como sede del Congreso Mundial de Móviles (MWC) es fruto del esfuerzo conjunto de las Administraciones del Estado y Cataluña, y prueba que "trabajar juntos" con el objetivo del "bien común" es el camino para "garantizar la prosperidad de todos".

En su primera visita a Cataluña desde la investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat, don Felipe presidió esta cena previa al MWC en el Gran Teatre del Liceu, donde fue recibido por el jefe del Gobierno catalán, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, así como por la delegada del Gobierno, María de los Llanos de Luna.

En su discurso, el primero que pronunciaba desde el pasado 6 de enero, Felipe VI se dirigió o a los invitados fundamentalmente en inglés, si bien con algunas frases en castellano y en catalán, idioma en el que recordó que la consideración de Barcelona como "capital mundial del móvil" es fruto de la "suma de esfuerzos y voluntades" entre las Administraciones y entidades implicadas.

Tras citar entre ellas al Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Cataluña y el Ministerio de Industria, el Rey recalcó que "este es el camino para garantizar la prosperidad de todos: trabajar juntos teniendo siempre como fin el bien común".

El Congreso Mundial del Móvil y esa capitalidad internacional de Barcelona son "buena prueba" de ello y "un ejemplo de cómo el compromiso entre las diferentes Administraciones impulsa el progreso colectivo y, para las grandes cosas, atiende mejor el interés general de todos los ciudadanos", concluyó el jefe del Estado con estas palabras en catalán.

Más adelante, ya en inglés, don Felipe advirtió de que en la actual era de la globalización sólo se logrará un verdadero progreso social y económico estable en un entorno competitivo si a ello se une "un firme compromiso con las reglas, un esfuerzo conjunto y una estrecha colaboración entre todos los actores en juego".

Tras resaltar que la revolución digital ofrece grandes oportunidades para aumentar la prosperidad y reducir las desigualdades, insistió en que, para afrontar con éxito los desafíos de la revolución tecnológica y digital, es preciso "trabajar juntos", compartir conocimientos, recursos y sinergias y "eliminar barreras".

Asimismo, animó a utilizar las nuevas tecnologías para promover un desarrollo económico inclusivo, que realmente mejore las vidas de todos los ciudadanos, que favorezca una sociedad más próspera y que facilite una rápida integración de los jóvenes en empresas e instituciones, porque su energía y espíritu emprendedor "es vital para el futuro de todos".

Previamente, dio la bienvenida en castellano a los asistentes al congreso, a quienes garantizó que España es un país que "apuesta fuertemente por las nuevas tecnologías como mecanismo para mejorar su competitividad", que se encuentra "abierto a la inversión y al pleno desarrollo de la sociedad de la información".

Según destacó el Monarca, España dispone de "muchas grandes empresas, altamente internacionalizadas y líderes en sus respectivos mercados", así como de un elevado número de compañías más pequeñas pero muy especializadas, "pioneras en sus ámbitos de actuación y con un gran potencial de desarrollo".

Don Felipe, que bromeó sobre su altura antes de iniciar el discurso -"así es más fácil", comentaba sonriente mientras retiraban la tarima que habían usado sus predecesores ante los micrófonos-, ha dado la bienvenida en inglés a España y a Barcelona, "aquí, en Cataluña", y se despidió tras elogiar esta "maravillosa ciudad, tan emprendedora", y "su apuesta permanente por la innovación".

Junto a autoridades de la Administración pública española y las instituciones políticas catalanas, destacados representantes de la industria tecnológica internacional figuraban entre los 160 asistentes a esta cena de bienvenida al MWC, ofrecida por el Comité Ejecutivo de la asociación GSMA y la Fundación Mobile World Capital Barcelona que preside la alcaldesa de esta ciudad.

El presidente Puigdemont fue el primero en saludar a la entrada del Liceu a Felipe VI, quien, ya en el vestíbulo, estrechó también la mano del conseller de Exteriores de la Generalitat, Raül Romeva, así como a otras autoridades políticas y representantes empresariales.

En la mesa presidencial de la cena, dispuesta para 20 comensales, don Felipe y el ministro de Industria en funciones, José Manuel Soria, ocupaban las posiciones centrales, uno frente a otro, y el jefe del Estado estaba flanqueado por Puigdemont -a su derecha- y el director general de GSMA, Mats Granryd, mientras que el ministro tenía a su derecha a Colau y a su izquierda a Forcadell.