La dimisión de Aguirre tomó por sorpresa a numerosos dirigentes populares, quienes aprovecharon la coyuntura para lamentar que siga al frente del grupo municipal en el Ayuntamiento de Madrid. Algunos expresaron su convencimiento de que lo hace con la clara intención de seguir teniendo voz, en muchas ocasiones crítica con la dirección nacional, siga teniendo eco.

"La van a crucificar en el Ayuntamiento, no está legitimada para hacer oposición. Debería haberlo dejado todo", opinaron estas fuentes. "Se marcha antes de que la fuercen a hacerlo", apostilló otro cargo público, que añadió que Aguirre "ahora mismo no tiene capacidad para gestionar esta situación como presidenta del PP de Madrid".

"Tenía que pasar algo después de que la Guardia Civil entrara en la sede y se llevara el ordenador del gerente", afirmó otra de las fuentes consultadas por Europa Press. "Nunca nada le había tocado antes (a Aguirre), esto sí. Antes era todo contra Granados, por ejemplo, pero no contra el PP de Madrid", resaltó la fuente.

Desde el Gobierno, la consigna ha sido de silencio. Fuentes del Ejecutivo se limitaron a expresar su respeto a la decisión de Aguirre.

Las fuentes populares citadas también coincidieron en opinar que la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá debería tomar nota y dar también explicaciones públicas e incluso renunciar a su acta de senadora. Barberá forma parte de la Diputación Permanente del Senado, por lo que seguiría siendo aforada incluso en caso de convocatoria de nuevas elecciones en los próximos meses, aunque la práctica totalidad de sus colaboradores -concejales y asesores- han sido imputados por el juez por financiación ilegal y blanqueo de dinero.