La presidenta del tribunal, Samantha Romero, quiso ayer marcar las reglas del juego de los interrogatorios al principio de la sesión. Nada de preguntas trampa, ni de cuestiones en las que la respuesta venga ya implícita en la pregunta. La muletilla "si no es más cierto que" tampoco podrá salir a relucir en las declaraciones, que se van a prolongar a lo largo de varios meses, tanto de acusados como testigos.

Romero insistió también en que no se van a tolerar preguntas sobre cuestiones que afecten a la intimidad, salvo que sean esenciales para esclarecer los hechos y siempre que tengan el visto bueno del tribunal.

Las tres magistradas estuvieron ágiles a la hora de localizar, en el masivo sumario, los folios que las partes querían leer a Ballester. La última recomendación de sus señorías fue la de respeto en el tono.