Pedro Sánchez ha logrado, por sorpresa, eludir el marcaje al que le sometían los barones del partido acudiendo a la voz de la militancia. Los líderes regionales como Javier Fernández, en Asturias, o Susana Díaz, en Andalucía, quieren evitar a toda costa llegar al gobierno si eso supone el apoyo de los partidos independentistas representados en el Congreso. Además, también recelan de una alianza con Podemos. Por eso, exigían que el comité federal controlase la negociación. Para llevar las riendas. Frente a ese intento de intervenir su voluntad, el secretario general socialista anunció ayer por sorpresa que serán los 197.000 militantes del PSOE quienes decidan el contenido de los pactos. Frente a ese argumento de autoridad democrática, los barones no tuvieron más que asentir.

Los estatutos del PSOE no prevén una consulta de ese tipo, pero ningún dirigente va a oponerse públicamente a permitir que las bases se manifiesten libremente. De hecho, todos los barones expresaron sus parabienes a la iniciativa de Sánchez. Javier Fernández, indicó que escuchar a las bases "nunca hace daño" y se limitó a repetir que la línea roja de la negociación está en el apoyo de los independentistas "tanto por activa como por pasiva", en relación a que no aceptará un voto a favor de Sánchez, una abstención o una ausencia de la votación de investidura, lo que allanaría el camino al candidato socialista. Fernández y Susana Díaz son los líderes más estrictos en la defensa de esas posiciones.

El comité federal aprobó ayer que el 39 Congreso Federal del PSOE se celebre el 20, 21 y 22 de mayo, previa votación de los militantes para elegir al secretario general el 8 de mayo. Era la fecha por la que apostaban los barones críticos: así daría tiempo a un eventual cambio en la cúpula socialista antes de las elecciones. El actual secretario prefería el congreso para junio, una vez pasada ya la cita electoral.

Esa mano del juego la tenía perdida, pero Sánchez acudió con un as en la manga al comité federal: abrir una consulta a los militantes para los pactos. Eso eran palabras mayores. Nadie se opuso y la propuesta salió adelante.

En su intervención, el secretario general lanzó las contramedidas para desactivar la posición de fuerza de los críticos. "Que nadie se preocupe, esa decisión eventual que se pueda tomar de negociación y de acuerdo será ratificada por el comité federal y sometida a consulta a la militancia del partido", anunció por sorpresa el líder socialista, tras insistir en que las negociaciones con otros partidos serán "en abierto, con luz y taquígrafos". La dirección del partido explicó posteriormente que la consulta a la militancia sería anterior a la votación de ese acuerdo en el comité federal y recalcó que, aunque la decisión de las bases no tendrá una vinculación orgánica, sí "comprometerá políticamente" a ese órgano. Según fuentes socialistas, solo se celebrará la consulta a la militancia si Sánchez logra un "acuerdo que le permita presentarse a la investidura", y lo que se votaría sería el "contenido político" del acuerdo. La decisión de los militantes debería ser posteriormente ratificada por los 300 miembros del comité federal, órgano encargado de aprobar la política de alianzas del partido.

"En un momento tan importante en España, nuestra militancia tiene que tomar la palabra y tenemos que tenerla en cuenta", argumentó la dirección del partido, que ha sumado a su iniciativa el apoyo de los barones.

La andaluza Susana Díaz, que llegó al cónclave exigiendo a Pablo Iglesias "respeto" al PSOE, "si lo que quiere es sentarse en una mesa a dialogar", respaldó la idea de la consulta lanzada sorpresivamente por Pedro Sánchez, aunque exigió hacerla con "claridad" y "mucha transparencia" para saber "el contenido, la letra y la música" del acuerdo.

El valenciano Ximo Puig se mostró partidario de que primero sea el comité federal del PSOE el que haga una propuesta para un pacto de gobierno y que sea después la militancia la que lo ratifique con su voto. "Creo que hay que tener un equilibrio razonable entre la democracia representativa y la capacidad de consulta", subrayó.

Para el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, la consulta a la militancia es una "buena iniciativa" y el PSOE debe abordar el diálogo con otros partidos a través de un "proceso en el que se sienta todo el mundo parte de la decisión y sus consecuencias, sea cual sea".

El aragonés Javier Lambán, uno de los pocos barones a los que Sánchez desveló hace días su idea de la consulta, incidió en que Sánchez debe intentar un acuerdo con el partido de Pablo Iglesias y con Ciudadanos, en el que no entrarían en ningún caso los independentistas catalanes.

No obstante, los límites para la negociación de un futuro acuerdo no variaron en la reunión de ayer, con lo que se mantienen los aprobados el pasado 28 de diciembre de no pactar con quien no renuncie a la defensa del derecho de autodeterminación y no facilitar una investidura de Rajoy ni del PP.