La "número dos" de la lista de la CUP en las elecciones catalanas, Anna Gabriel, ofreció ayer salvar las diferencias que separan a su partido de Junts pel Sí con una inusual propuesta: una "presidencial coral", con "tres o cuatro perfiles con un peso equivalente" que compartirían el poder, sin que eso signifique "enterrar" a Artur Mas, a quien los anticapitalistas, que tienen en sus manos la gobernabilidad de Cataluña, se niegan a investir.

En declaraciones a la radio pública catalana, Gabriel negó que la CUP haya pedido la cabeza de Mas para llegar a un acuerdo: "Nadie ha hablado de enterrar a nadie, no pedimos la muerte política de Mas". Y reclamó a su partido, Convergència (CDC), que "no emita la señal de que el proceso está en peligro por una persona". "Hablemos de qué papel puede tener", propuso.

Por boca de su "número dos", la CUP reiteró su apuesta por un Gobierno "excepcional" que sea "menos presidencialista" y refleje la "transversalidad del independentismo", y en el que se pueda "hablar de mujeres" para ocupar la Presidencia. Un Ejecutivo en el que Gabriel no descartó tajantemente la presencia de su formación, aunque volvió a decir que no piden "nada" para ellos mismos.

En las negociaciones con Junts pel Sí, que ya están en marcha, la CUP también defenderá "acelerar" algunos pasos del proceso soberanista para, según Gabriel, "blindar un punto de no retorno" hacia la independencia antes de que se celebren las elecciones generales y así evitar la "subordinación a las lógicas estatales".

Por ejemplo, explicó, el nuevo Parlament debería aprobar una declaración no solo de inicio del proceso hacia la independencia, sino que "establezca una batería de propuestas para la desconexión política y legal" de España, entre ellas la de desobedecer "la ley Wert".

"Debe ser un mensaje inequívoco para que nos reconozcan como soberanos", concluyó Gabriel, que adelantó que la CUP no se presentará a las generales porque considera "inútil" su presencia en el Congreso.

Pocas horas después de que su compañera de partido hiciera esta propuesta, el exdiputado Quim Arrufat dio por seguro que, si Convergència lleva su "presión" al límite, la CUP acabaría cediendo y apoyaría la investidura de Mas para evitar que el proceso soberanista "descarrilase".

"Hay una fórmula muy fácil de conseguir que la CUP vote a Mas como president: se cierran en banda CDC y Junts pel Sí, se hace presión contra la CUP durante dos meses, se llega hasta el final. Y como la CUP, antes que hacer descarrilar el proceso, estará al lado del proceso, pues se impone Junts pel Sí".

Arrufat se mostró molesto por las presiones que está sufriendo estos días la CUP y advirtió que forzar a su partido a desdecirse de su compromiso de no investir a Mas acarrearía efectos negativos. Así, puso en duda que de un proceso que arrancase así pudiese salir "una república, que sea creíble, democrática y para todos".

El candidato del PPC, Xavier Garcia Albiol, tachó de "surrealista" y "estrambótica" la propuesta de "presidencia coral" de la CUP , algo que "no existe en ningún país democrático", aclaró, y auguró que la "ingobernabilidad" que ha traído consigo el 27-S se traducirá en nuevas elecciones en los próximos meses. "Si no tuvimos bastante con no tener un verdadero Gobierno autonómico, ahora no tendremos un presidente, sino tres o cuatro", ironizó el líder de C's, Albert Rivera.

De su lado, el líder de ICV, Joan Herrera, descartó cualquier clase de entendimiento con Junts pel Sí, porque el problema son las "políticas que se hacen", no quién es el presidente.