Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos, apareció ante los suyos a las once y cuarto de la noche entre gritos de ¡presidenta, presidenta! Se vino arriba y a las primeras de cambio pidió la dimisión de Artur Mas y la convocatoria de unas nuevas elecciones autonómicas.

Ciudadanos se convirtió en la segunda fuerza política, con 25 escaños y unos 700.000 votos. No era de extrañar. Junto a Arrimadas, Albert Rivera, quien aseguró que la mayoría de los catalanes "han votado por una política sin populismos, sin ambigüedades, sin insultos y hablando claro".

El ambiente en la sede de Ciudadanos estaba tan caldeado que los militantes empezaron con el grito de "¡campeones, campeones!", prosiguieron con un decidido "¡Cataluña es España!" y acabaron con un sonoro y prolongado "¡yo soy español, español, español!" Una forma ruidosa y eufórica de adelantar al PP por la derecha.

Inés Arrimadas, la mejor imagen, de largo, de la política española, se felicitó por "una participación histórica" y desenfundó contra el presidente de la Generalitat como destino: "Artur Mas solo puede hacer una cosa: dimitir, dimitir y dimitir, e irse a su casa. La mayoría de los catalanes le hemos dado la espalda".

Arrimadas, con vestido rojo y chaqueta gris, reclamó "unas nuevas elecciones autonómicas", alejadas de la marea plebiscitaria "donde nos presentemos todos los partidos con nuestros programas políticos. Unos lo hicimos ahora; otros no". Gritos de ¡libertad, libertad! entre la concurrencia entregada.

En la sala muchos hacían cuentas, aunque sean como las de la lechera. Como los antisistema de la CUP no apoyen a la lista independentista formada por Convergencia y ERC, los 63 escaños de los constitucionalistas podrían situar en la presidencia catalana a esta jerezana que en julio cumplió 34 años y que es licenciada en Derecho.

Albert Rivera, por su parte, volvió a postularse para liderar no una comunidad, sino un país tras las elecciones generales del próximo mes de diciembre. Noche redonda para Ciudadanos.