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Alfonso Osorio: "Juan Carlos I fue un gran Rey pese a sus errores"

"Me preocupa más el independentismo catalán que Podemos", dice el vicepresidente con Adolfo Suárez

Alfonso Osorio. // Luis Medina

Monárquico hasta la médula, democristiano convencido, ministro de la Presidencia con Arias Navarro y vicepresidente en el Gobierno de Adolfo Suárez hasta 1977, Alfonso Osorio (Santander, 1923), rememora en esta entrevista exclusiva para Epipress momentos y decisiones clave de aquella Transición, hoy tan cuestionada, de la Dictadura a la Democracia, en la que fue protagonista y testigo de excepción y de la que en plena lucidez a sus 92 años da testimonio. Osorio, firme defensor de una derecha sin complejos, abandonó el Gobierno y el partido de la UCD en 1977 para acabar en Alianza Popular en cuanto se percató de que el "café con leche" para todos servido por el entonces ministro suarista Clavero Arévalo en el proceso autonómico era un error y de que Adolfo Suárez viraba hacia una izquierda socialdemócrata que para este jurídico militar, abogado del Estado y alto directivo de empresa en su última etapa profesional, es como mentarle la bicha. A Alfonso Osorio, votante de Rajoy pero no de Aznar, porque no le da la menor confianza, le preocupa más el fenómeno independentista catalán, al que resta cualquier atisbo democrático, que Podemos, partido que sitúa en la misma onda socialdemócrata que el PP y el PSOE. De Suárez lamenta que no le hiciera caso cuando le advirtió que Francisco Fernández Ordóñez acabaría traicionándole con el PSOE y del cardenal Tarancón, su veto a los partidos democristianos. A su edad conserva una enorme admiración por el rey Juan Carlos, de quien es muy amigo. No teme a la muerte y se preocupa principalmente por comer bien pero poco, dormir lo que pueda, tener un buen vino a mano y hablar mucho con Dios.

- Señor Osorio, ¿hay alguna cosa sobre la que usted preferiría que no le preguntara?

- Pregunte lo que quiera. A mi edad ya no estoy para esquivar preguntas.

- Dígame, por favor, cómo disfruta de sus 92 años.

- Llevo una vida muy activa, aunque lo que más me gusta es estar en la butaca. Me entusiasma disfrutar de un buen Viña Tondonia y de la comida clásica española. La nouvelle cuisine me espanta, no me interesan esas mezclas extrañas de sabores. También me gusta mucho leer. Me suelo acostar a las cuatro de la mañana porque paso gran parte de la noche leyendo novelas, biografías o ensayos.

- ¿Y para cuando unas nuevas memorias de su vida?

- Eso ya ni me lo planteo. He escrito dos libros de memorias y lo que me callé entonces es porque no lo quiero publicar.

- ¿No decía usted que a su edad no le calla ya nadie?

- Hay cosas de la historia de España que no se deben comentar para no herir sensibilidades y para evitar la confrontación. Esas cosas ni las voy a publicar ni las voy a dejar escritas.

- Usted fue ministro de la Presidencia con Arias Navarro de presidente entre la muerte de Franco y la toma del control de la situación por parte del Rey Juan Carlos. ¿Cómo recuerda esa etapa?

- El Rey tuvo el control desde el primer momento aunque es cierto que su relación con Arias Navarro fue complicada. El Rey tenía muy claro que era necesaria una reforma política en España basada en la concordia para traer la democracia. Carlos Arias Navarro estaba anclado en el viejo régimen de Franco y eso provocaba una discrepancia natural entre ambas posturas.

- ¿Tenía usted informado a su amigo el Rey Juan Carlos de que Arias Navarro era un desastre sin paliativos?

- Yo solo le decía al Rey que iba a ser muy difícil hacer el cambio de la reforma política con Arias Navarro al lado. Arias, además de estar anclado en el pasado, no percibía el futuro que deseaban los españoles.

- ¿Cuáles fueron las claves de esa primera Transición hacia la Democracia?

- La clave fundamental fue el convencimiento del Rey de que el futuro tras la muerte de Franco tenía que pasar por la concordia y hacerse entre todos los españoles en un clima de convivencia y de respeto. Quiso ser el Rey de todos los españoles. Los que dicen ahora que la Transición tenía que haber roto con todo lo que estuviese relacionado con el franquismo se equivocan porque con esa postura hubiésemos generado otro enfrentamiento civil y eso no se lo deseo a nadie.

- ¿Cómo recuerda usted la Guerra Civil?

- Una pesadilla que viví en los dos bandos porque residía con mi familia en Santander. Los milicianos entraban un día sí y otro también en mi casa aunque tengo que reconocer que el comisario general de la policía, que era del Partido Comunista, nos protegió mucho. No le deseo a nadie que pase por una situación tan dramática como esa. Los que azuzan ahora el enfrentamiento son unos insensatos que no saben lo que pasó en aquella época porque no lo vivieron.

- Recientemente una juez argentina ha querido detenerle por los sucesos de Vitoria de 1976,saldados con cinco muertos por una intervención policial durante un conflicto laboral liderado por un sacerdote Chus Fernández Naves, que estuvo a punto de provocar la declaración del Estado de Excepción.

- ¡Vaya por Dios! Le aseguro que ese asunto no me ha quitado en ningún momento el sueño. Esa juez no sabe que en aquel momento el vicepresidente del Gobierno era Manuel Fraga, que estaba fuera de España, y el ministro del Interior era Adolfo Suárez. Yo no tuve nada que ver en ese asunto más allá de acompañar a Suárez para que calmase la situación y evitar más disturbios. Suárez lo hizo muy bien, pacificó los ánimos y se celebraron los entierros y los funerales en paz. Insisto, no me quita el sueño aunque sospecho que a quienes sí se lo quita es a algunos diputados de IU y a los vascos que se olvidan de lo que fue ETA.

- ¿Qué tipo de Democracia querían ustedes, los del grupo Tácito, para España?

- Una Democracia como la del resto de los países europeos donde imperaba la libertad y el equilibrio de poderes. Y lo conseguimos gracias al Rey y a Adolfo Suárez, que siempre fue un político sereno, atractivo y simpático.

- ¿Le nombró Suárez a usted vicepresidente de su Gobierno por su amistad con el Rey?

- Adolfo Suárez y yo nos conocíamos de la época en la que estuvimos en el Gobierno de Arias Navarro y de hecho fui yo quien le sugirió varios nombres para que los incorporase al equipo que formó cuando el Rey le nombró presidente. Yo le recomendé a Marcelino Oreja, a Landelino Lavilla, a Enrique de la Mata, a Andres Reguera y a Rodolfo Martín Villa, quien a pesar de proceder del franquismo había mostrado siempre con contundencia su apuesta por virar hacia una apertura democrática.

- ¿Cómo armonizaba usted, un democristiano, con Adolfo Suárez, que procedía del Movimiento?

- Yo nunca fui del Movimiento, ni falangista, ni me puse la camisa azul ni canté el "Cara al sol". Con Suárez era muy fácil entenderse porque además él procedía de Acción Católica, así que tenía un origen democristiano que le llevaba a seguir la doctrina de la Iglesia en temas económicos y sociales. Con Suárez era difícil no entenderse porque era un hombre amable que trataba muy bien a todo el mundo y que derrochaba una simpatía arrolladora.

- ¿Por qué achaca usted al cardenal Tarancón la deriva socialdemócrata de los sucesivos gobiernos españoles?

- Por sus equivocaciones. Hizo dos cosas muy mal desde el punto de vista del planteamiento cristiano. La primera fue cerrar la Editorial Católica fundada por Angel Herrera, quien veía que las batallas políticas se iban a librar en los medios de comunicación.

- ¿Y la segunda?

- Le dije un día a Tarancón que en España tenía que existir un partido político que defendiese las posturas de la Iglesia.

- ¿Qué le contestó?

- Que no. Tarancón dijo que no quería partidos democristianos porque el mundo avanzaba hacia la socialdemocracia. Lo cierto es que así ha sido porque desde el PP hasta Podemos son partidos socialdemócratas.

- ¿Buscaban entonces los Tácitos el amparo de la Iglesia para lanzar un partido democristiano?

- Nunca. Procedíamos de la Asociación Católica de Propagandistas y lo que buscábamos era analizar y posicionarnos ante la situación política del momento un año y medio antes de la muerte de Franco.

- Usted rebaja el papel de Torcuato Fernández Miranda como autor intelectual de la Transición. ¿Por qué?

- No, yo no quiero criticar la labor de Fernández Miranda.

- Es que fue quien le llevó al Rey lo que el Rey le había pedido, es decir Adolfo Suárez, ¿no?

- Exacto. Torcuato Fernández Miranda tenía un gran deseo de que Adolfo Suárez fuese presidente del Gobierno.

- ¿Con el objetivo de sucederle en la Presidencia tras las elecciones?

- No lo sé. Torcuato tuvo un gran papel en la reforma política y en la relación entre las viejas Cortes y el Consejo del Reino. Lo que sucede es que el borrador elaborado por él era de reforma política y nosotros lo modificamos porque no queríamos una ley de reforma política sino una ley que sirviese para la reforma política.

- Dice usted que Fernández Miranda quería una Democracia a medias durante cinco o seis años. ¿Cómo era eso?

- No. Lo que yo digo es que lo que Torcuato proponía era menos audaz que lo que propuso el Gobierno de Adolfo Suárez.

- ¿Cómo fue el proceso que le llevó a dejar el Gobierno y abandonar UCD en 1979?

- Hablé con Suárez y le dejé claro que no compartía "el café para todos" de Manuel Clavero Arévalo que se había servido en el diseño de la organización territorial de España. Tampoco me gustaba ese gobierno de centro-izquierda que giraba hacia la socialdemocracia. Le dije a Suárez que nunca había sido socialdemócrata y que no lo iba a ser jamás.

- ¿Cuándo empezó Suárez a perder los papeles, en su opinión?

- A Suárez le hicieron la vida insoportable los traidores de UCD.

- ¿Qué traidores?

- Fernández Ordóñez. Le dije a Suárez que no lo metiese en el Gobierno porque le traicionaría y acabaría en el PSOE. Abril Martorell era un voluntarioso que se creía que sabía de todo pero no se enteraba de qué iba la política. Armaba a Suárez unos líos monumentales. A Suárez le echaron los mismos compañeros de UCD que no se daban cuenta de que el tirón y los votos los tenía Adolfo Suárez.

- ¡Qué poca habilidad para elegir a los colaboradores!

- Suárez quería tener a todos contentos.

- Como militar, ¿cree que el 23-F de 1981 ha enterrado el golpismo de nuestras fuerzas armadas?

- El Ejército nunca fue golpista y solo planteó en algunas ocasiones sus puntos de vista de forma discreta. Lo del 23-F fue una locura de Miláns del Bosch y de Tejero y así terminó.

- ¡Pero Tejero logró convencer a un buen grupo de guardias civiles para que entrasen en el Congreso!

- Tejero siempre fue un personaje muy especial al que tuvimos que echar de su destino en San Sebastián para mandarlo a Málaga. Nunca dejó de dar problemas porque tenía unas ideas muy elementales.

- ¿Qué ideas?

- Creía que en España hacía falta que gobernase una dictadura militar que ejerciese con rigor y fuerza la defensa de la bandera y de la patria. Cuando Tejero entró en el Congreso, Fraga pensó que entraban unos terroristas disfrazados de guardias civiles. Solo había que fijarse en el bigote para saber que el que entraba era Tejero.

- Señor Osorio, usted que es de los pocos españoles que presumen de ser de derechas, ¿por qué no ha fraguado en AP ni en el PP?

- Porque no tengo ambiciones personales. Ni me gusta el poder por el poder. He sido abogado del Estado y alto cargo de una empresa.

- ¿Cómo lleva la jubilación?

- Con paciencia y mucha naturalidad. Solo le pido a Dios que me lleve cuando quiera.

- ¿Teme usted a la muerte?

- En absoluto. La muerte es algo natural que a todos nos va a tocar. En lo que debe de pensar un hombre a partir de los 75 años es en comer bien, pero poco, dormir todo lo que pueda, ir al baño con facilidad y hablar mucho con Dios.

- ¿De quién se siente hoy usted más cerca de Rajoy o de Aznar?

- Aznar no me merece la menor de las confianzas porque lo único que ama con extraordinario cariño es el poder. Rajoy es más moderado aunque no deja de ser un socialdemócrata y lo demuestra cuando promete una cosa y luego hace otra. A Rajoy siempre le he votado, a Aznar nunca.

- ¿Cómo es eso?

- He ido a votar pero he borrado el nombre de Aznar como manifestación me mis discrepancias con él. El voto fue por tanto nulo. Aznar dice que no es de derechas, sino azañista y yo creo que ni es de derechas ni azañista.

- La socialdemocracia es para usted la madre de casi todos los males. ¿Verdad?

- Hay una socialdemocracia auténtica, la alemana, que se convirtió en lo contrario del comunismo, que no rechazo. Lo que no entiendo es esa socialdemocracia que es una versión edulcorada del comunismo. Hoy en día hay tanta mezcla en la socialdemocracia que no se puede entender. Yo comparto el derecho a la igualdad de oportunidades, defiendo la enseñanza de calidad para todos y que exista un salario justo. Veo a Rajoy de centro-derecha y un poco de izquierdas pero en el fondo lo que veo es que lo que quieren los políticos es mandar sin importarles la ideología que defienden.

- ¿Qué necesita la derecha española para comparecer a cara descubierta y sin complejos?

- Decir de una vez por todas que uno es de derechas sin importarle lo que le vayan a decir y defender los ideales de la derecha que, por cierto, nada tienen que ver con el franquismo. Si hablamos de franquismo podemos recordar a tantos antepasados de gente del PSOE que fueron franquistas?

- ¿De qué se arrepiente de la Transición que usted protagonizó?

- Yo luché con uñas y dientes por una ley electoral en la que las listas no las confeccionasen las oligarquías de los partidos, para que fueran hechas por los militantes. Como vemos, seguimos dominados por el dedo de los que mandan en los partidos. También me arrepiento de haber tragado con el "café para todos".

- ¿Está en ese "café para todos" el origen del descontento de vascos, y sobre todo, catalanes?

- Son dos problemas diferentes. El PNV es un partido pelmazo al que sin embargo hay que reconocerle los derechos históricos del País Vasco que se garantizan en el Constitución. Están esos derechos históricos, antiguos y verdaderos y luego otros inventados por Sabino Arana.

- ¿Qué pasa con Cataluña?

- Cataluña nunca ha tenido derechos históricos. Ha sido una región de España que fue primero parte del Reino de Aragón. Los políticos catalanes se han inventado una historia irreal olvidando que Cataluña ha sido una de las regiones más protegidas de España por el Gobierno central.

- ¿Por qué entonces ha cobrado tanta fuerza el sector independentista catalán?

- Porque ha calado la idea de que la independencia sería buena pero se han olvidado de que Cataluña estuvo 20 años separada de España y tuvo que volver a reintegrarse en el país porque no podían aguantar a los franceses. La mayor parte de los políticos catalanes ha enloquecido, espero que reaccionen y vuelvan a la sensatez.

- ¿Por qué cree que la corrupción ha aflorado tanto entre los políticos de nuestra joven democracia?

- La corrupción es lo que más daño ha hecho a la democracia pero yo creo que corruptos no son solo los políticos. También lo son los empresarios que ofrecen fortunas a cambio de favores.

- ¿No es tan corrupto el que da como el que coge?

- Sí, pero lo que han hecho los políticos son corruptelas. El dinero se repartía entre muchos, mientras que los grandes empresarios se han forrado sin poner límites y tocando todas las puertas en sus ansias de sobornar.

- Tocaron hasta La Zarzuela, ¿ha lamentado usted que la imagen del Rey Juan Carlos I se haya deteriorado muy seriamente?

- El Rey ha sido un gran rey a pesar de sus errores. El Rey evitó en 1975 que hubiese otra guerra civil en España al apostar por la concordia del país. Si hubiese habido otra guerra civil en aquel momento, hubiésemos ganado los mismos porque Estados Unidos no iba a permitir que los rojos se quedasen con España.

- ¿Qué le preocupa más el movimiento independentista catalán o Podemos?

- El independentismo catalán. Podemos participa en un sistema democrático tratando de alcanzar su cuota de poder. El independentismo no es democrático. Que conste que yo no soy de Podemos.

- ¿Ve usted a Ciudadanos como el Podemos de la derecha?

- No sé lo que es exactamente Ciudadanos. ¿Es socialdemócrata o está un poco más a la derecha? La verdad es que me gustan algunas cosas que propone Albert Rivera, que es un hombre que expone muy bien sus tesis, es claro y se le entiende bien.

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