Lo que hasta el viernes pasado era un secreto familiar que supuestamente se ha revelado por la confesión de Jordi Pujol ha resultado ser una de las claves que han sellado los pactos entre CiU y los diferentes gobiernos centrales desde 1993. Son diversos los episodios narrados en la prensa en los últimos días que concretan como Pujol se comprometió a frenar el independentismo, si no se hurgaba demasiado en los negocios familiares.

La pista sobre este pacto del poder central con Pujol la dejó escrita Salvador Sostres en "El Mundo". "Roca acudió, resentido, al entonces ministro Solchaga para explicarle las comisiones y los negocios del hijo mayor del presidente. La parte delirante es que Roca había sido la pareja recaudatoria de Pujol hijo desde que CiU llegó a la Generalitat, y que por eso pudo darle a Solchaga tantos detalles. La parte política es que el Gobierno no hizo absolutamente nada contra Pujol, y continuó funcionando perfectamente bien su pacto". También añade que "Solchaga no movió ni un dedo, en cumplimiento de este pacto": el de frenar el independentismo a cambio de mantener Cataluña como un oasis para Pujol.

Esta fórmula habría marcado las relaciones entre nacionalistas y socialistas a inicios de la década de los 90. Miquel Roca, desde la constitución de Convergencia Democrática de Cataluña en 1974 y hasta 1979, ocupó su secretaría general adjunta. Fue diputado y presidente del Grupo Parlamentario Catalán en el Congreso de los Diputados desde 1977 a 1995 y portavoz de CiU en varias legislaturas. Por el lado socialista, Carlos Solchaga, que fue ministro de Industria (1982-85) y de Economía y Hacienda (1985-1993).

El enfrentamiento de Pujol con Roca venía de unos años atrás. El abogado no quiso dejar el Congreso para enfrentarse en las urnas a su amigo Pasqual Maragall en las municipales de 1991, las de la Barcelona preolímpica.

En una crónica sobre el relevo de Solchaga como ministro de Economía y Hacienda, en marzo de 1993, el periodista José Antich revelaba el estado de las relaciones entre los dos dirigentes de CiU. "Todo lo que ha sucedido desde aquella fecha tiene su origen en aquella renuncia de Roca a disputar la vara de alcaldía de la ciudad olímpica. Pujol perdió la confianza en su segundo, decidió asumir nuevamente la dirección del partido y recortó poco a poco las competencias de Roca".

En aquel momento, Jordi Pujol, presidente de la Generalitat y de CDC, y Miquel Roca predicaban en Cataluña con discursos no opuestos, pero tampoco exactamente coincidentes en todos sus acentos. Roca consideraba llegado el momento de dar un paso más en la gobernabilidad de España, jugar a fondo la carta de la entrada de CiU en el Gobierno para acabar con la ambigüedad de la coalición en la política de pactos, y, en consecuencia, apoyar a los socialistas. En aquellas fechas, el PP estaba lejos de ser una alternativa real y todo apuntaba al hecho de que no había otro Gobierno posible que aquél que girara alrededor de Felipe González.

Según relataba el mismo Antich, "Pujol, quien se ha entendido por obligación con los socialistas, a quienes no ha perdonado ni perdonará nunca su actuación en el caso Banca Catalana (presentación por el fiscal de una querella en 1984 contra Jordi Pujol y otros exdirectivos de la entidad), estaba en contra de alianzas estables con los socialistas y argumentaba que para los nacionalistas los extremos siempre son negativos". Ese mismo 1993, Pujol no tuvo objeciones en reconocer públicamente en una entrevista radiofónica algo que era conocido en medios políticos: su profunda aversión hacia el vicepresidente del Gobierno. "De Serra no me fío", dijo ante los micrófonos, "y todo el mundo ya sabe por qué". "Pujol ha considerado siempre a Serra como el principal instigador de 'campañas' contra su persona", concretaba Antich en una crónica.

A partir de 1993, la CiU que quería Pujol ocuparía un papel central en la política del Estado. Y se produciría la desaparición política de Miquel Roca de manera progresiva. Y también los partidos independentistas y los movimientos que los acompañaban sufrieron sus peores años en el periodo en el que estaba vigente el pacto de Pujol con los gobiernos de González y de Aznar.

El caso más evidente fue el de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC). Ángel Colom fue secretario general de ERC entre 1989 y 1996. Durante esta etapa, ERC sufrió una escisión interna de la cual salió el Partido por la Independencia (PI), que se acabó disolviendo. El mismo Colom declaró a TV3 que fueron unos años de lucha interna, "de una guerra sucia que quiero olvidar y de unas presiones enormes, pero que hacen daño al alma y que me trajeron a una situación extrema".

También fueron años en los que se hacía la vista gorda a los negocios de Pujol Ferrusola en Cataluña, ya que los pactos autonomistas con CiU se alargarían con los gobiernos de Aznar. Casualidad o no, el independentismo que había prometido frenar Pujol ha ido en aumento a medida que los gobiernos de Madrid han podido prescindir de CiU como aliado preferente para sus pactos. La protección pactada por Pujol ha saltado por los aires.