Casi no hay ningún acontecimiento con cierta relevancia en los últimos años en Galicia que pueda escribirse sin la presencia del futuro Rey de España. Y en cada una de esas citas, Felipe de Borbón vuelve un poco a casa. Su larga y profunda preparación como monarca están ligada para siempre a la comunidad. A la Escuela de Marín, donde probablemente tenga el récord de citas gallegas con las entregas de despachos o las conmemoraciones que preside. Al igual que su padre, el Príncipe se formó como guardiamarina en el centro pontevedrés. Fue en 1987. Tras cuatro meses en la escuela y su embarco en el Elcano, el príncipe de Asturias recibió el despacho de Alférez de Navío de manos -una estampa para la posteridad- de su abuelo, don Juan de Borbón. Una generación diferente. La condecoración coincidía con la entrega por primera vez de un despacho a una mujer.

Su hasta ahora último paso por Galicia está recientísimo. El Príncipe de Asturias recibía el pasado 21 de marzo la medalla de oro de la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP). "Un magnífico exponente del dinamismo y el carácter emprendedor de la provincia", destaca. "A lo largo de su historia, ha dado numerosas muestras de su compromiso con el bienestar de los ciudadanos, favoreciendo el crecimiento económico, la superación de la crisis y la generación de empleo", aseguraba Felipe de Borbón ante una nutrida representación de la sociedad y la política gallegas, y después de alabar también "el potencial creativo" y el "carácter integrador" de la autonomía en la inauguración de una muestra sobre el agua en el Gaiás.

Allí, en la Cidade da Cultura, está quizás el discurso con mayor calado sobre la comunidad que ha lanzado el Príncipe. Él y la Princesa Letizia abrieron el complejo en enero de 2011. "Galicia proyecta su imagen con fuerza", defendió. "La apertura reforzará la vocación europeísta de Galicia -continuaba- y promoverá trayectorias transoceánicas, de intercambio humano y de cooperación, en especial con Iberoamérica".

Felipe de Borbón asume con su inmediata coronación un enorme legado de la Corona con la capital compostelana. En julio de 1989 él se encargó de la ofrenda al Apóstol. Además de pedir la intermediación de Santiago para "transformar en paz y fraternidad" la embestida de "los proyectos violentos de los grupos que siembran el terror y la muerte", en referencia al terrorismo, el Príncipe solicitó "empleo digno para las familias de España" y "especialmente para los jóvenes". Como un peregrino más, realizó el Camino de Santiago en 2003. Abrazo a la imagen del Apóstol y golpe con el Santo dos Croques incluidos. Siete años después, en otro año jubilar, el de 2010, Felipe de Borbón repetiría experiencia, esta vez ya en compañía de la Princesa Letizia. A su llegada al Obradoiro, la pareja, que ya había coincidido en las zonas cero del desastre del Prestige en 2002 -ella como periodista de TVE- se dio un auténtico baño de masas. Ahora es el primer y único embajador honorífico, con carácter vitalicio, del Camino.

Las dos referencias de la industria gallega han contado con su presencia. El Príncipe ha visto la metamorfosis espectacular de la planta de Citroën en Vigo, donde estuvo en 1996 y repitió en 2013 con motivo del lanzamiento del Grand C4 Picasso. En Inditex, Felipe y Letizia conocieron los secretos del imperio asentado en Arteixo por boca de su dueño, Amancio Ortega. Que suele evitar este tipo de encuentros.

Después de la visita de sus padres a los heridos, el matrimonio acudió a Santiago el pasado julio para presidir el funeral por las víctimas del Alvia y hablar con "los héroes" de Angrois y los efectivos de rescate. "Vuestro coraje -les dijo, emocionado- alimenta la fibra moral de la sociedad".