El expresidente del Gobierno español Adolfo Suárez, de 81 años de edad, clave en la transición democrática, pasa sus últimas horas rodeado de su familia en la habitación de la clínica Cemtro de Madrid.

Suárez se encuentra en grave estado de salud, informó este viernes por la mañana su hijo, quien anunció que "el desenlace es inminente". El expresidente ingresó el pasado lunes en la clínica con un problema respiratorio relacionado con la enfermedad de Alzheimer que padece desde hace años.

"Estamos en manos de Dios. Es inminente", dijo esta mañana en rueda de prensa su hijo Adolfo Suárez Illana entre lágrimas tras asegurar que había informado previamente de la situación al rey Juan Carlos y al actual jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy.

La enfermedad neurodegenerativa que Suárez padece desde hace años "ha avanzado mucho y todo hace indicar que el desenlace es inminente", dijo Suárez Illana, quien precisó que el "horizonte temporal que nos planteamos no supera las 48 horas".

Más que emocionado y con una elegancia irreprochable, Adolfo Suárez Illana ha dejado salir su dolor ante las cámaras sin saber siquiera si será capaz de ser él quien anuncie el fallecimiento de su padre o tendrá que dejar esa difícil tarea a los médicos de la clínica Cemtro de Madrid, ha confesado.

Con la voz entrecortada y el reflejo del sufrimiento de más de una década, el hijo de Suárez se ha llevado hoy de una sala de prensa improvisada en el hospital el aplauso de los informadores en reconocimiento a su padre y apoyo a su familia.

Nada tan importante como la sonrisa que el expresidente del Gobierno le ha dedicado antes de tener que afrontar su comparecencia ante los medios de comunicación.

Y no ha sido la única, porque estos dos días, en los que ha avanzado mucho su enfermedad neurológica, Adolfo Suárez ha "regalado" a los suyos mas sonrisas que en los últimos cinco años.

Sonrisas sin consciencia, porque como ha contado su hijo, el que será recordado como artífice de la transición española no podía mantener una relación intelectual desde hacía años, aunque sí afectiva y siempre con "esa mirada picarona" que es tan bien conocida.

"Ahora está en paz" y "en manos de Dios", aunque nadie espera que la agonía se prolongue más de 48 horas porque el "desenlace es inminente". "Puede ser mucho más rápido de lo que creemos", ha augurado.

Lo importante para su familia es "dejarle marchar" sin sufrimiento porque sabe que va a tener el apoyo y el reconocimiento de todos.

Llamada al Rey

Suárez Illana ha hablado con el Rey y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, esta mañana y a don Juan Carlos, como ha dicho, no le ha hecho falta transmitir "demasiadas cosas" en este momento porque "ha estado pendiente todos los días desde hace once años" de la enfermedad de su padre y en estas últimas jornadas "con más intensidad".

No en vano, la del Rey y Adolfo Suárez ha sido una "relación excepcional", ha subrayado Suárez Illana, quien también ha remarcado que la gratitud de su padre al monarca ha sido siempre "absoluta".

"Gracias al Rey él pudo hacer lo que más le gustaba y en un momento único de la historia de España. Esos dos hombres cambiaron el rumbo de la historia. Sin su ayuda, España no habría volado nunca ni tan alto ni tan lejos", ha recalcado.

No ha podido decir mucho más el hijo del expresidente, que ha salido entre sollozos y ocultando su dolor con un pañuelo.

Se ha llevado el aplauso improvisado de los periodistas, a quienes antes había agradecido su discreción y respeto durante todos estos años de enfermedad de su padre.

Con ellos se había comprometido a informar de cualquier cambio en la salud de Adolfo Suárez y ha cumplido con creces, aunque haya tenido que admitir que está "al límite" y que puede que no sea él quien anuncie el "desenlace". Eso sí, entre tanto dolor, él se queda con la sonrisa de su padre.